Rodencia y el diente de la Princesa

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Simpática aventura con linda moraleja

El torpe ratoncito Edam quiere ser mago. Su amiguita Brie, hábil y segura de sí misma, le da ánimos. Juntos descubrirán los planes de las belicosas ratas para apoderarse del pacífico reino de los ratones. Ante el peligro, son enviados como acompañantes del noble Roquefort y el gordo Gruyere, en busca del arma secreta: un dientecito humano. Así más o menos empieza este dibujo animado. Que podría ambientarse en la cocina de una mansión, o los andurriales de una ciudad, pero transcurre en un lugar inhabitual de los dibujos para niños: la selva montañosa de los Andes.

Tal es el paisaje. Por sus ancestrales caminos de piedra, una Rodencia que parece evocar el Cuzco, y alguna pirámide que, según dicen los conocedores, evoca las de Caral y Huaca Rajada, van nuestros héroes de ojitos aindiados, con sus alforjas, ropas medio incaicas y el típico chullo, el sombrero de lana con orejeras. Y como la historia está ambientada en un tiempo impreciso, tanto podemos ver algún chiste sobre la futura construcción y el destino de un lugar que reconocemos con la forma de Machu Picchu, como podemos disfrutar las andanzas de los ratones asustados entre humanos gigantes, de extrañas costumbres modernas. O considerar a las ratas ansiosas de tesoros como una forma alegórica de la invasión española, allá en tiempos de la Conquista. Con las licencias del caso, todo es posible.

Y todo es entretenido, simpático, ingenioso y de buen nivel técnico, conceptual y narrativo, con animación standard y atinada mezcla de aventuras, fantasía, gracia y moraleja en ambientes inhabituales. Coproducción peruano-argentina, para lograr este resultado se juntaron Red Post, de Milton Guerrero, y Vista Sur ("Magazine for fai"), de Alvaro Urtizberea, y apelaron a cuatro que realmente saben. El primero, David Bisbano, que acá es director general, director de arte, coguionista y montajista.

De formación fotógrafo, Bisbano se inició construyendo escenografías en Pol-Ka, hizo las maquetas de "Adiós, querida luna", realizó el experimental "B corta" (blanco y negro, con una Bolex 16 mm.) y el sencillo "Juan y María (no se conocen y simpatizan)", se fogueó en publicitarios, y se fue al Perú. Allí el cine de animación había hecho, con más empeño que gracia, "Piratas del Caribe" y "Dragones, destino de fuego", ambas de Alpamayo Entertainment. El completó la trilogía de dicha empresa haciendo "Valentino y el clan del can". Con mejores programas de animación computada, más chispa en todos los rubros, y una buena historia, podía hacer algo mejor y lo hizo.

Luego, Raquel Faraoni, coguionista con experiencia en la Disney Television. A los otros dos imprescindibles podemos verlos en la pantalla, son los soldados argentinos Muzzarella y Provolone, frescos y divertidos en las voces de Mex Urtizberea y Marcelo Chirinos. Hablando en serio: los otros importantes son Williams Mantari y Piero Vallebuona, directores de animación, Leonardo Yabiku Terukina, Henry Palomino Rojas, Marco Antonio Salas, Heidi Schiller, Leoncio Albán. Gente que recién empieza, pero empieza pisando con pie derecho.