RoboCop

Crítica de María Paula Rios - CineramaPlus+

La remake de RoboCop está correctamente realizada, pero es un tanto desapasionada, y no logra encontrar cierta libertad, ni fuertes rasgos autorales como si lo hacía la versión (de 1987) dirigida por Paul Verhoven.

Para situarnos cabe mencionar que la nueva adaptación del cyborg policía se encuentra en manos del brasileño José Padilha, el mismo que por el año 2007 dirigiera la controversial Tropa de élite. Dado los antecedentes del realizador se podía llegar a inferir que la sobredosis de acción iba a estar asegurada, pero esto no sucede.

El RoboCop de Verhoven era acción y violencia pura mezclada con mucha sátira y situaciones de lo más bizarras. Ambientada en una Detroit corrompida y llena de maleantes, el oficial Alex Murphy estaba diseñado para combatir la delincuencia, sea como sea y a cualquier precio. Allí no había lugar para sentimientos como el amor y la nostalgia, el único sentimiento que se le despierta a Alex, y a través de ciertos recuerdos, es el de venganza. Claramente la máquina prevalecía sobre el humano y la convulsión era un elemento primordial. Según palabras del propio director: Con esta película pude dar salida a mi segunda fuente de influencias: El cómic. RoboCop es en gran medida un personaje de historieta. No me importa que lo consideren una creación fascista…

El RoboCop de Padilha toma otro punto de vista. Aquí Alex Murphy, en primera instancia, está diseñado más como una estrategia de marketing y para generar dinero, que para combatir el crimen. La Omnicorp, corporación que crea a RoboCop, está dirigida por un hombre sobrado de poder (destacada actuación de Michael Keaton) que quiere monopolizar el negocio de la seguridad. Y lo secunda el doctor Dennett Norton, interpretado por un formidable Gary Oldman, quién desde un flanco más humano y a pesar de sus dudas morales, lleva a cabo el experimento frankestiniano porque su afán es conseguir más financiación para mejorar la calidad de vida de los demás.

Por otra parte la familia y los sentimientos tienen vital importancia en la remake. La mujer y el hijo de Murphy están presentes en todas las fases que va atravesando el hombre-máquina, a quién las emociones y los recuerdos se le cuelan en toda oportunidad a pesar que le bajen la dosis adrenalina. Y cuando llega el momento de luchar contra la mega corporación a la mujer no le tiembla la mandíbula para salir a defender a su esposo, siempre utilizando los medios para hacerse escuchar.

En consecuencia los medios de comunicación también juegan un papel fundamental, el filme comienza y culmina con el aire de un programa de noticias capitaneado por un conductor de derecha, interpretado por un sobreactuado Samuel Jackson. Quizá la sobreactuación sea adrede, ya que en estos apartados de noticias vislumbramos los únicos rasgos satíricos del filme.

La RoboCop de Padilha se toma demasiado en serio a sí misma. Ya desde la primera escena, donde un robot falla y mata sin piedad a un niño, nos damos cuenta. Hay demasiados planteos éticos, morales y sociales en donde las emociones juegan un papel fundamental, y por todos estos factores la acción queda relegada a un segundo plano. No digo que este mal, pero creo que no era el contexto para plantear dichos dilemas. No tenía que dirigir otra Tropa de Elite. Más aún teniendo en cuenta que la versión original exudaba libertad tanto narrativa como estilísticamente, en donde los acontecimientos ocurrían velozmente y abundaban los recursos humorísticos. Un universo que tenía como referente al cómic en el que cualquier cosa podía suceder… y sucedía.

Por María Paula Rios
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