Robo en las alturas

Crítica de Diego Curubeto - Ámbito Financiero

Inexpertos acometen un robo desopilante

Es un placer volver a encontrarse con el Eddie Murphy de sus mejores tiempos, esos de películas formidables como «De mendigo a millonario» o «48 horas». Justamente, su personaje en aquel film de Walter Hill es una especie de pariente sofisticado del ratero que interpreta en esta divertida «Robo en las alturas», un chorro de bajo vuelo que nunca robó más de mil dólares para no meterse en líos demasiado complicados, pero que ahora es convocado por unos amateurs para robar veinte millones en el lujoso penthouse de una custodiada torre de departamentos neoyorquina.

Ben Stiller es un gran actor absolutamente perfecto en esta comedia policial hecha a su medida. Él es el administrador de la torre que, un mal día, tiene la idea de pedirle al magnate de Wall Street que personifica Alan Alda, y que vive en dicho penthouse, que administre los fondos de pensión de él y de todos los empleados del edificio. El millonario hace un terrible desfalco y, en medio del desastre, por supuesto caen los fondos de estos trabajadores, que en algunos casos, como el del portero, también le dieron los ahorros de toda su vida al tiburón de la bolsa para que los ayudara a invertirlos.

El protagonista indignado (y justamente esta es una comedia de indignados) le rompe el parabrisas de la Ferrari que el millonario tiene a modo de adorno excéntrco en el living, por lo que es despedido con la prohibición expresa de volver a entrar al edificio

Ese gesto de indignación provoca la solidaridad de la agente del FBI Tea Leoni, que le invita unos tragos y le dice la verdad del asunto: que la única manera de que recuperen el dinero de las pensiones es que directamene vayan y roben el penthouse, ya que estos sujetos siempre se guardan unos cuantos millones a pesar de que supuestamente sus cuentas estén en rojo.

El hombre se toma el consejo literalmente y empieza a asociarse con algunos empleados y hasta un vecino (Matthew Broderick, con quien tiene escenas hilarantes), que jamás robaron nada en su vida, y que ahora se proponen dar ese gran golpe justiciero, dirigido por un ratero del barrio, Eddie Murphy desde ya, que en realidad tiene tan poca idea como todos los demas.

La película tiene algún pequeño guiño a esa obra maestra del cine italiano «Los desconocidos de siempre», y si bien no llega a semejante altura, realmente tiene muy buen ritmo y una batería de gags que logran que el público no pare de reír a lo largo de todo el film.

El director Bratt Ratner logra algunas imágenes realmente impactantes durante los momentos culminantes del robo, y también excelentes actuaciones. A Murphy, Stiller y Broderick hay que agregar al siempre talentoso Alan Alda haciendo un retrato realmente minucioso de un terrible hijo de perra que hace que Gordon Gekko parezca un boy scout. Las actuaciones de estos cuatro actores son más que un buen motivo para recomendar esta vertiginosa y muy reidera versión cómica de la vida en tiempos de crisis.