Robin Hood

Crítica de Javier Luzi - CineramaPlus+

Entre la historia y la leyenda

Pastiche posmoderno que procura jamás desatender los hilos del entretenimiento ni aflojar la tensión entre batalla y batalla.

Uno se pregunta a esta altura del partido qué cosa nueva se puede hacer con Robin Hood más allá de la aplicación de los efectos digitales que, a veces, además, más que uso es abuso. No diría que eso es lo que ocurre con esta película de Ridley Scott pero definitivamente sus casi 140 minutos de duración llegan a cansar con su previsibilidad y obviedad narrativa.

Lo único novedoso es que lo que se cuenta es lo previo de la historia que conocemos. Robin antes de ser Hood. Peleando en las Cruzadas al lado de Ricardo Corazón de León, nuestro héroe (Crowe) es un rebelde defensor de las causas nobles pero sin posesión de nobleza de sangre, un idealista que detrás de su individualismo no puede ocultar una sincera lealtad por la corona inglesa a pesar de las arbitrariedades de sus poseedores y de su apoyo a la incipiente Carta Magna que impulsa, un romántico empedernido que vence cualquier batalla menos la de una viuda distante y pretendidamente desprotegida. Porque hay que reconocer que Lady Marian (Blanchett) no es una frágil damisela que necesita un hombre que la defienda sino un hombre que la acompañe y eso, aunque apenas se esboce, es signo de los tiempos, inevitable corrección política convengamos por otra parte. Grandes nombres en el elenco acompañan a los protagonistas: Von Sydow, Hurt, Strong, Huston.

El camino del héroe no es novedad y el filme cumple todos los pasos y lo épico aventurero cede cierto espacio al drama histórico (con grandes licencias poéticas) con toques de humor contemporáneo en un pastiche posmoderno que procura jamás desatender los hilos del entretenimiento ni aflojar la tensión entre batalla y batalla, método que la dupla Scott y Crowe ya supo regalar con la sobrevalorada Gladiador. Y que evidentemente busca emular sin pretender cambiar la fórmula o llevarla hacia otras búsquedas creativas.

Está claro que si los números acompañan se viene la segunda parte.