Rivera 2100

Crítica de Ricardo Ottone - Subjetiva

En lo que va del año se estrenaron unos cuantos documentales que abordan figuras de la contracultura o la cultura alternativa local. Es el caso de Bernarda es la Patria con el actor y transformista Willy Lemos, Retrato de la canción infinita con el músico Daniel Melero o Satori Sur con el periodista y escritor Miguel Grinberg (quien también hace una breve aparición en el film que hoy nos ocupa). A esta serie ahora se suma Rivera 2100 que toma la historia y el legado de M.I.A. (Músicos Independientes Asociados), más que un grupo musical una experiencia creativa notable por su originalidad y su vitalidad a pesar de (o quizás por) el contexto en que se desarrolló durante los años de la última dictadura cívico militar.

Por lo general se asocia a MIA con el Rock Progresivo, lo cual no es incorrecto aunque su actitud inquieta y ecléctica llevó a sus múltiples integrantes a experimentar con varios géneros de la música popular. Fundada en la casa del matrimonio Rubens “Donvi” Vitale y Esther Soto, con un núcleo integrado por sus hijos Lito y Liliana Vitale (hoy figuras reconocidas del ámbito musical argentino), mantuvo una formación abierta que la convirtió no tanto en una banda de rock en el sentido convencional sino en un colectivo por el que pasaron cerca de 50 músicos, que además se asociaron en una cooperativa que eleva ese número a cerca de 60 integrantes sumando técnicos o artistas gráficos, con Donvi y Esther a cargo de la parte organizativa y de algún modo ideológica. En ese aspecto son varias las ideas originales para la época que M.I.A. llevó a la práctica: la idea de declararse independientes mucho antes que esto se transformara en una etiqueta, de autogestionarse o de rechazar los medios masivos, algo que retomarían algunos de sus colaboradores y herederos ideológicos como Los Redonditos de Ricota, con quienes Lito también colaboraría. Y en particular iniciativas novedosas en ese momento como elaborar un fichero con los datos de contacto de su público para mandarles información y también hacer preventas que ayudaran a financiar los discos desde su realización, algo así como versiones analógicas del Newsletter y el Crowdfunding.

Miguel Kohan (aquí la entrevista) ya había realizado una operación similar de rescate en El Francesito (2016) con la figura de Enrique Pichon Riviere, donde tomó algunas decisiones en función de las características de su objeto. Aquí también tiene una serie de ideas que quiere plantear no solo conceptualmente sino que estas formen parte de la puesta en escena. Ya desde el título, la vieja dirección de Los Vitale y en donde se formó M.I.A., Kohan da cuenta de su intención de darle a la casa un lugar protagónico. Esa decisión implica que todo transcurre en el interior de la casa, aunque ya no en la original de Villa Ballester (donde ahora funciona una imprenta) sino en la de San Telmo donde Esther y Donvi se mudaron en 1985. Como si la nueva casa sustituyera o de algún modo interpretara a la original para el film. Allí transcurre no sólo la investigación de Lito y Liliana sobre el extenso archivo de sus padres, sino también que todos los entrevistados vienen y dan sus testimonios allí y reaccionan a piezas de ese archivo que los interpelan. También por el hecho de que algunas fotos y el archivo audiovisual (algunas filmaciones de los integrantes de la banda y viejas entrevistas a Donvi y Esther) se proyectan en las paredes y vemos como las observan y reaccionan a ella Lito, Liliana y sus invitados junto al espectador marcando una complicidad con el mismo mientras la textura del archivo se funde con la de la superficie de la pared y sus molduras

Está idea de los hermanos Vitale a la vez como anfitriones del film y del lugar, recibiendo a sus amigos, parientes y compañeros viene también a cuanto de la idea de comunidad que estuvo siempre presente en M.I.A. y que incluía a músicos, técnicos, artistas, organizadores y también a periodistas como los del Expreso Imaginario con quienes coordinaron actividades (y donde el realizador Kohan era fotógrafo), así como otros músicos importantes de la escena rockera entre los que se destacan los testimonios de Luis Alberto Spinetta y el Indio Solari. El primero en una grabación de audio de un recital compartido en 1978 y el segundo desde un video actual, que funcionan uno como introducción y el otro como epílogo o como coda.

Una comunidad que también incluía a su público, como lo prueba la idea de los ficheros, que pudiera compartir intereses relacionados al arte, la creatividad y modos de vida relacionados a la naturaleza, la no violencia y las filosofías orientales, todo ello en medio de un ambiente político y social extremadamente hostil. Esto lleva a otra idea que es la de refugio, un lugar que sirve no solo de cuartel de operaciones, sino también como lugar de referencia y seguridad. El grupo M.I.A. además de plataforma para la expresión artística de sus miembros, cumplía un rol semejante de aglutinar y ofrecer un lazo solidario, como alternativa al agobio de la dictadura de la que fue casi contemporánea en el tiempo. La agrupación se formó en 1975 y se disolvió en 1982 ya en la decadencia del régimen, como si ya cerca de ese final sus integrantes pudieran buscar nuevos horizontes creativos aunque conservando un vínculo fortalecido por ese pasaje en tiempos difíciles.

La idea de familia es otra línea presente que se expresa en los hermanos Vitale recordando el legado de sus padres y a su propia obra y a la vez incluyendo un traspaso generacional. Por eso es Fidel, el hijo de Liliana, el que observa y lee algunos de los archivos familiares. El vínculo nunca disuelto entre sus miembros y esa idea de comunidad es la que termina confluyendo en una escena fundamental donde la nueva casa es el escenario del encuentro entre todos los participantes, más hijos, nietos, periodistas y amigos. Un evento que tiene el carácter de histórico ya que reúne a casi todos los miembros vivos que pasaron por la agrupación. Un reencuentro de esa comunidad que da cuenta de la vigencia que sigue teniendo una experiencia como aquella casi cuarenta años después.

RIVERA 2100
Rivera 2100. Argentina, 2020.
Dirección: Miguel Luis Kohan. Elenco: Lito Vitale. Liliana Vitale. Esther Soto. Donvi Vitale. Guión: Miguel Luis Kohan, Paula Romero Levit, Alicia Beltrami. Fotografía: Federico Bracken. Montaje: César Custodio, Camila Menéndez. Música: Lito Vitale, Daniel Curto, Juan del Barrio, Alberto Muñoz, Juan Belvis. Producción Musical: Lito Vitale. Dirección de Sonido: Nicolas Giusti. Producción: Marcelo Schapces, Mariana Erijimovich. 68 minutos.