Rivera 2100

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

Rivera 2100 suena a título de una película distópica. Pero, aunque la idea de futuro está en juego en este documental dirigido por Miguel Luis Kohan, nada más alejado de la ciencia ficción. Rivera 2100 es la dirección de la casa de la familia Vitale en Villa Adelina. Fue allí que en 1976 Rubén "Donvi" Vitale y Esther Soto, junto a sus hijos Lito y Liliana, montaron un estudio de grabación que operó como oasis de libertad albergado a numerosos artistas con ganas de dar rienda suelta a la creatividad.

El nuevo trabajo del director de Café de los Maestros, La experiencia judía de Basavilbaso a Nueva Amsterdam y El francesito, un documental (im)-posible sobre el Dr. Enrique Pichon Rivière aborda lo ocurrido en aquellos años a través de un registro documental realizado con indudable cariño hacia los Vitale y cercanía para con quienes pasaron por allí, muchos de ellos figuras centrales de las distintas corrientes artísticas que afloraron luego del regreso a la democracia.

La película se apoya principalmente en los testimonios de Donvi y Esther, a la postre creadores de MIA (Músicos Independientes Asociados), una de las entidades pioneras en materia de producción independiente, a los que se entrelazan los recuerdos y vivencias de quienes estuvieron bajo su paraguas.

Desde ya que Lito Vitale tiene un rol fundamental tanto detrás de escena (es uno de los productores) como delante. Es así que durante poco más de una hora Rivera 2100 agrupa recuerdos y anécdotas que entrelazan lo familiar con lo artístico y lo personal con un contexto político oscuro donde la música asomó como la luz al final del túnel.