Rivera 2100

Crítica de Alejandro Lingenti - La Nación

En una esquina de Villa Adelina nació allá por 1976, cuando se iniciaba la última dictadura militar en Argentina, un proyecto alternativo de creación y gestión cultural liderado por Rubens "Donvi" Vitale y Esther Soto, los padres de Lito y Liliana Vitale.

La historia es muy singular: aparecen en el relato de este cálido documental desde la recuperación de un piano que insólitamente alguien usaba como andamio hasta la puesta en marcha de un método alternativo de educación musical y la fundación de MIA (Músicos Independientes Asociados), una cooperativa de artistas y técnicos que fue pionera en la producción independiente en el país.

Por la casa de Rivera al 2100, ese reducto plagado de sueños y también de hechos muy concretos y palpables, pasaron artistas como Luis Alberto Spinetta, Egberto Gismonti, Miguel Ángel Estrella, Gustavo Santaolalla y Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Se armó una red colaborativa a la que se sumaron periodistas e intelectuales (Miguel Grinberg y Jorge Pistocchi de la revista ElExpreso Imaginario, por ejemplo) interesados en la música, las artes plásticas, las filosofías orientales y la poesía.

El valor de la película no se agota en la recuperación de aquella experiencia ejemplar. A esa necesaria operación de rescate se añade toda la potencia que transmite la pareja protagónica, una fuente de inspiración para imaginar el futuro.