Ritual sangriento

Crítica de Roque Anzalas - El Espectador Avezado

Después de una etapa en donde los falsos documentales con inquieta cámara en mano ya nos estaban cansando con su falta de originalidad y pocos recursos, este 2013 parece haber sido la reivindicación del terror en todos sus aspectos.
Ya en la primer semana de Enero se estrenaba, producida nada menos que por Joss Wheldon, esa joyita que fue "The cabin in the woods", sin dudas una de las mayores sorpresas del año. Luego vendrían "Mamá" del Argentino Andy Muschietti, el regreso de James Wan con la muy buena "El conjuro" y la no tan lograda secuela de "Insidious" y hace poco, llegaba una nueva heroína en "You're the next". Sin ser menos y como broche de oro para cerrar este año dentro del género, llega el estreno de "Ritual sangriento" (We are what we are).
Si bien es la tercer película que dirige Jim Mickle, al mismo tiempo es la primera de difusión masiva y que llega a nuestro país ya que las anteriores "Mulberry Street" (2006) y "Stake land" (2010) no fueron estrenadas aquí.
Remake de la exitosa ópera prima del mexicano Jorge Michel Grau "Somos lo que hay", el mayor acierto de esta adaptación es tomar la idea del film original y cambiar prácticamente por completo el resto de la historia, ya que excepto la escena inicial, lo que sigue se desarrolla de forma totalmente diferente, cambio de roles incluidos.
El término "canibalismo" a lo largo de los años ha sido objeto y causante de innumerables producciones clase B que no hicieron más que bastardear el género con típicas historias de adolescentes perdidos en medio de un bosque huyendo de hambrientos y deformes depredadores de carne joven.
Era hora de que más allá del doctor Lecter, alguien se lo tomara en serio y nos trajera una trama interesante y con muy buena dosis de suspenso más que de terror, porque más allá de la tremenda escena del final, es el manejo de los climas y la tensión, el punto fuerte de esta adaptación.
De la historia, de la cual conviene no adelantar mucho, solo voy a decir que tras la repentina y extraña muerte de su esposa, Frank Parker (Bill Sage) queda al cuidado de sus tres hijos, las adolescentes Iris y Rose (Ambyr Childers y Julia Garner) y el pequeño Rory (Jack Gore), a quien en ocasiones su padre lo deja al cuidado de su vecina Marge, interpretada por una irreconocible y un tanto avejentada Kelly McGillis.
Si bien la acción transcurre en un pequeño pueblo donde todos se conocen, llama la atención la desaparición de algunas personas, de las cuales la policía local nunca encontró rastro alguno. Luego de realizar la autopsia a la esposa de Frank, el doctor Barrows (un muy buen Michael Parks) descubre que la difunta sufría de una enfermedad similar al parkinson causada por el consumo de carne humana.
Un dato no menor es que la misma hija del doctor es una de las personas desaparecidas. Siguiendo algunas pistas no tardará en darse cuenta de que todas conducen a la casa de los Parker y buscará apoyo en un joven e inexperto oficial, el mismo que siente cierta atracción por una de las hermanas.
En comparación con la versión original, el hecho de que en esta ocasión sean menos personajes, vuelve al relato más intimista y ayuda a crear mayor tensión que en su predecesora, en la cual algunas subtramas desdibujaban un tanto el interés. En lo técnico, la fotografía y la música aportan y mucho.
Sin dudas, el género se despide de este 2013 de la misma manera en que comenzó, con un muy buen exponente. Queda desear que el 2014 que comienza sea igual de fructífero que este.