Ritmo perfecto

Crítica de Ulises Picoli - Función Agotada

El discreto encanto de la ñoñez

Ritmo Perfecto (Pitch Perfect) comienza con unos jóvenes en un concurso "a capella", sí, eso de crear música solamente a través de la voz humana. Sobre un escenario de una competencia interunivesitaria despliegan baile y canto dentro de la más tradicional narración. Entonces sucede un momento más propio de la comedia de los hermanos Farrelly y toda su escatología. Desde ahí el film rompe y sigue. Ya sabemos que esta no es otra tonta película americana(o al menos sabemos que va a ser una de esas buenas tontas películas americanas).

Anna Kendrick personifica a Beca, una joven que llega al campus universitario obligada por mandato familiar (el padre es profesor en esa universidad) más que por el deseo de estudiar. Su personalidad apática y burlona es clave en la película. Porque ese mismo desdén de su parte es el de los espectadores. En cada mohín y en cada puesta de auriculares para escapar a la estupidez de su alrededor estamos nosotros para apoyar y coincidir. Cuando es obligada a ingresar a alguna actividad "social" dentro del ámbito de la universidad nos alistaremos con las mismas interrogantes y recelos que ella. Ahí es cuando de a poco se va develando lo genial de la película: abraza su cursilería con corazón y sin culpa. Y si de algo saben los muchachos de Hollywood es de películas deportivas y de estudiantes. Aquí se mezclan el mecanismo aceitado de ambas: el explotation de jugar con las diferencias de estereotipos (en un equipo destinado a no cuajar) y el de vendernos cualquier tipo de competencia (sea béisbol, tamborileros o porristas).

En el film se cita explícitamente a la emblemática obra ochentosa del gran John Hughes llamada El Club de los Cinco (The Breakfast Club, 1985), hecho que no es gratuito. En aquella los elementos más emblemáticos de una escuela como el rebelde, la bella, la rara, el deportista y el nerd, obligados a compartir castigo, descubrían que estaban más cerca de lo que las apariencias dictaban. Aquí también está el grupo ecléctico formado por la enferma del control Aubrey (Anna Camp), la sexual Stacie (Alexis Knapp), la dura Cynthia Rose (Ester Dean) y la extraña Lilly (Hana Mae Lee) entre otras, y el aprendizaje, viene de la mano del auto descubrimiento a través de la mirada ajena surgida en ese espacio de obligación deportiva, permitiendo la amistad más improbable.

Cuando a Ritmo Perfecto se la define como "obvia" parecería que uno olvida que en muchas ocasiones el cine realiza sus más interesantes relecturas dentro de sus esquemas más característicos. La clara autoconciencia de la película funciona desde el momento en que Amy (una genial Rebel Wilson) se hace llamar "gorda Amy" para adelantarse a que las chicas flacas la llamen así a sus espaldas. Eso es comprensión del género. Desde su diversidad de personajes se liberan líneas que nunca pierden el hilo principal, la tradicional relación de Beca y Jesse (Skylar Astin), porque después de todo, es sólo otra tonta película romántica. Pero una que comprende que el amor, los amigos y la ñoñez, les pertenecen a todos.