Ritmo perfecto

Crítica de Fernando López - La Nación

Bastaría con decir que se trata de una película en torno de una competencia artística, en este caso centrada en la rivalidad de dos grupos vocales universitarios -uno de varones, otro de mujeres- que hacen -rigurosamente a capela- covers de canciones pop bien conocidas. Será suficiente para imaginar lo que ofrece esta novedad: lo de menos es el sencillo y convencional cuentito sobre estudiantes, con sus afinidades, antipatías, amoríos y conflictos propios de la edad. Lo que importa son los números musicales que, entre preparativos, ensayos y presentaciones públicas se intercalan en la acción y ocupan buena parte de las casi dos horas de duración del film. Sin duda, el gran éxito de Glee , la serie cómico-musical de TV, ha sido el modelo por seguir, a pesar de que el origen está en un libro de Mickey Rapkin sobre los entretelones de este tipo de competencias y de que Kay Cannon (laureada integrante del equipo autoral de 30 Rock ) es quien firma el guión.

El espectador no va a encontrar aquí demasiada originalidad, a pesar de que hay algunas líneas de humor, la mayoría de las cuales están a cargo de la pareja madura del caso, Elizabeth Banks y John Michael Higgins, los animadores que cubren el certamen para un canal de cable. Tampoco hay demasiado ingenio en la elaboración de los personajes ni de los enredos en que se ven envueltos, pero en general el tono es liviano y simpático y los jóvenes actores-cantantes-bailarines se desempeñan con apreciable desenvoltura y sólido oficio.

Lo demás lo hacen las canciones, que sobreabundan, pero en más de una oportunidad se presentan en atractivos arreglos, y esto vale tanto para las Bellas como para los Treblemakers , los dos conjuntos de la Universidad Barden cuya rivalidad es, en algunos sentidos, tan empecinada como la de los Montescos y los Capuletos. De acuerdo con ese antecedente, ya podrá suponerse que habrá un Romeo y una Julieta, la parejita protagónica que animan Anna Kendrick y Skylar Astin; que ellos tendrán especial peso en sus respectivos ensambles (son los recién llegados que traen nuevas ideas) y que a su alrededor se moverán otros jóvenes de características muy diversas, como la autoritaria líder de las chicas (Anna Camp), que busca llegar a las finales nacionales en el Lincoln Center para reivindicarse de su papelón del año pasado cuando los nervios la hicieron vomitar en escena (al modo de El exorcista ) y, por supuesto, el premio fue para los muchachos. Entre los demás, cobra especial relieve la simpática Amy de Rebel Wilson, la misma gordita de Damas en guerra , que es capaz de extraer gracia de cualquier línea que le toque decir.

La modesta intriga se reduce al resultado de la competencia y a descubrir si la parejita tendrá o no su final feliz. Poco, pero la música ayuda a sobrellevarlo.