Río 2

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Fiesta carioca con aire Broadway

Volvió a la pantalla la parejita de ararinhas azules, acá rebautizadas como guacamayos, él siempre pegado a las herramientas y comodidades de la civilización, ella muy cambiada, dulcificada (se nota que el matrimonio le hizo bien), pero siempre inclinada a la vida salvaje.

Ya tienen tres hijos, y está en discusión la vida que han de llevar. Justo ahí, una noticia parece decidirlos. Como sabemos, se los consideraba casi únicos en su especie. Pero ahora la parejita de humanos (la chica de Minnesota y el ornitólogo carioca) ha encontrado evidencias de más guacamayos azules en una zona perdida del Amazonas.

Pues bien, allá va nuestra familia. Allá van también el canario y el cardenal, buscando nuevas voces y talentos para el espectáculo. Allá están los buenos, soñando convertir esa zona en un santuario de aves. Pero también va el peligroso dueño de una empresa de desmonte, para quien lo del santuario suena sacrílego. Y encima se agrega el vanidoso y "shakespeárico" cacatúo australiano, ansioso de venganza. Lo acompañan una rana venenosa y un oso hormiguero bailarin de tap. ¿Más peligros? Si: los mosquitos, las víboras, un suegro y un competidor canchero.

Quien no sufre peligro alguno, es Carlos Saldanha, el director de estas películas. Si alguien le dijo que las segundas partes nunca son buenas, él demuestra lo contrario. "Rio 2" no tiene las sorpresas ni el encanto de la primera, pero tiene igual simpatía, humorismo, ingenio, colorido y riqueza musical.

Claro, se trata de música brasileña a la norteamericana, y los grandes números coreográficos parecen una especie de sambódromo a lo Busby Berkeley, pero suena lindo, y los números tienen todo el despliegue de un Año Nuevo en la playa de Río, un festejo en la selva, o un final "por toda la compañía".

Amén de un número a lo musical de Broadway a cargo de la ranita, y otra sorpresa a cargo del cacatúo. Y un partido de fútbol en el aire, una batalla campal contra los depredadores humanos, digna de algún cuento de Horacio Quiroga, y otras atracciones.

Cabeza de animación, Joseph Antonuccio, el mismo de la primera. Argumento inicial, Don Rhymer, a cuya memoria está dedicada esta película. La anterior estaba dedicada a la madre de Saldanha.