Rifkin's Festival

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Rifkin´s Festival es la nueva película de Woody Allen, estrenada en un momento crítico de su filmografía. Luego de que las viejas acusaciones en su contra aparecieran una vez más, Amazon Studios quiso cajonear su largometraje anterior, Un día lluvioso en Nueva York (2018), lo que terminó en tribunales con una victoria de Woody Allen que recibió la indemnización correspondiente. Por ese motivo ocurrió algo raro: En el 2018 no hubo un largometraje de Woody Allen en salas. Pero si bien varios artistas salieron a condenarlo, otros los defendieron y ninguna de las nuevas acusaciones llegó a la justicia. Allen seguía con su carrera.

Rifkin´s Festival se estrenó en el 2020, pero la pandemia afectó su circulación mundial. En el 2021 no hubo, una vez más, película de Woody Allen, una mala noticia para sus admiradores y para la carrera de cualquier director veterano. Entre tanta incertidumbre esta película es la suma de todos los lugares seguros para el realizador. Tiene referencias concretas y homenajes a sus films favoritos, tiene problemas de pareja, tiene una mirada misántropa del mundo, está filmada en una ciudad preciosa y el protagonista, Wallace Shawn, es uno de los actores que más veces ha trabajado con Woody Allen.

Rifkin´s Festival transcurre durante el festival de San Sebastián y Allen lo filma con absoluta devoción, llenando la película de postales turísticas de la ciudad fotografiada espléndidamente por el gran Vittorio Storaro. La felicidad del entorno se siente y a esta altura queda claro que Woody Allen también busca disfrutar de la experiencia del rodaje. Pero eso no altera el guión, una clásica historia suya. Mort Rifkin (Wallace Shawn) es un profesor de cine que lleva mucho tiempo sin terminar una libro. Su mujer Sue (Gina Gershon), es la agente de prensa de un joven realizador (Louis Garrel) que está de moda y es la estrella del festival.

Mort está fastidiado con el cine actual, mira con recelo la relación más que amistosa entre Sue y el joven director y, como era de esperar, tiene algunas angustias de salud. Esto lo lleva a cruzarse con una joven doctora local llamada Jo Rojas (Elena Anaya) que le hace olvidar de sus problemas físicos y le despierta un interés romántico inesperado. Los mismos personajes que Allen ha escrito desde hace más de cincuenta años. Empujado por la sensación de ser engañado, nostálgico del cine que más ama, Rifkin pasea por la ciudad con sueños de sus películas favoritas, recreadas por el propio Woody Allen, desde El ciudadano (1941) a Persona (1966) vemos escenas parodiadas y homenajeadas por el director.

Siempre disfrutó Allen el hablar de sus cineastas favoritos. La parodia y la sátira fueron los modos en los cuales él eligió moverse al comienzo de su filmografía y nunca abandonó eso del todo. Como ocurrió luego de su película de quiebre, Annie Hall (1977), que lo llevó a ganar el Oscar y lo dejó en un lugar inesperado en su carrera. Allí comenzó una búsqueda entre arriesgada y caótica, como con un sentimiento de culpa por ser prestigioso que lo llevó a imitar a Ingmar Bergman en Interiores (1978) y a Federico Fellini en Recuerdos (1980). Filmó en blanco y negro varios títulos mientras seguía explorando. El desenlace de este período fue Zelig (1983) donde fue capaz de burlarse de su propia condición camaleónica, entre muchas otras cosas. No solo era una película compleja, también era muy pero muy divertida y graciosa. Algo de aquella búsqueda aparece nuevamente aquí, acompañado con otro tema recurrente: la sensación de no estar a la altura de los grandes.

La lealtad y coherencia de Woody Allen es una rareza en la historia del cine. Puede que no sea uno de los grandes maestros, pero nadie puede negarle una mirada y un camino firme y constante. Esta película, más allá de los siempre efectivos chistes, posee una delicada y resignada melancolía. Una pequeña historia con una mirada muy profunda de la vida. Cada película de su cine es una pincelada más de su obra. Acá toca una cuerda un poco más amarga, pero no todos sus films son así. Ya no tiene tantas estrellas a su alrededor, porque más allá de lo ideológico, cada uno cuida su carrera. Los actores que aún siguen con él lo hacen con la alegría que hace treinta años hacía que todos formaran fila para acompañarlo. Europa lo ayuda a seguir filmando y ya tiene un proyecto listo para volver a París.

Lejos han quedado las obras maestras del director, aunque la película más taquillera de toda su carrera ha sido Medianoche en Paris (2012) lo que muestra un recambio generacional en su público. Veremos si el siguiente proyecto lo vuelve a poner otra vez en la primera línea, pero mientras tanto Allen sigue haciendo cine por encima del promedio de lo que vemos a diario.