Rifkin's Festival

Crítica de Francisco Mendes Moas - Cine Argentino Hoy

Llega a las salas de cine la última película de Woody Allen. Se podrá ver en todas las salas de cine a partir del próximo jueves 20 de enero. Al igual que antaño, cuando se canso de ser rechazado en América, cruzó el charco, específicamente a España, para rodar “Rifkin ‘s Festival”. Apostando por los amores equivocados y denotando el imparable paso del tiempo y como este genera cambios.

Una pareja estadounidense viaja al Festival de San Sebastián. Ella debe trabajar como encargada de prensa del director francés del momento. El sospecha que ella la engaña y por esta razón la acompaña hasta España. Pero sus preocupaciones pasan rápidamente a segundo plano, cuando conoce a una joven doctora que comparte sus exigentes gustos. Todo mientras observamos varios homenajes a las clásicas películas de los grandes directores europeos: Fellini, Godard, Bergman y Truffaut.

Como en muchos de los personajes escritos por Woody Allen, Rifkin refleja varias de sus preocupaciones personales. El hipocondrismo, miedo a la muerte, amor por el cine clásico o la preferencia del cine arte sobre el comercial. Por lo tanto, podríamos definir al protagonista como un snob, judio de clase media, de edad avanzada, el cual no se reconoce como tal. Lo cual no solo le traerá problemas para socializar en las reuniones sociales, sino que además sus relaciones afectivas también serán víctimas.

Sumándole a todo esto una serie de discusiones dialécticas entre las grandes obras del cine clásico y las nuevas obras magnas del hoy. Achacándole a las nuevas exponentes, la intención de lograr ganancia y éxito comercial,en lugar de una búsqueda artística que no intente complacer al espectador. Al tiempo que se muestra como en sus inicios, el cine americano encontraba su inspiración en el revolucionario cine europeo. Aunque ahora los roles se intercambian y los europeos tratan de empapar sus películas con los rasgos taquilleros de la industria americana.

Una película más, aunque correcta, en la amplia filmografía de Woody Allen. “Rifkin’s Festival”, se convierte en una sesión de terapia para el director. Al igual que su protagonista, utiliza a los espectadores como testigos de aquellas molestias que lo acomplejan. Sin duda Wallace Shawn realiza espléndidamente su trabajo. Pero en ocasiones, si uno no tiene nada importante para decir, es mejor no decir nada. O, más acorde, no hacer una película.