Riddick

Crítica de Pablo Raimondi - Clarín

Rápido, furioso y futurista

La tercera parte de Riddick demuestra por qué a Vin Diesel le sienta tan bien el papel de antihéroe de un mundo lejano. Luego de Pitch Black (2000) y, cuatro años después, La batalla de Riddick, el calvo y musculoso actor estadounidense guardó en el placard las características “terrenales” de Dominic “Dom” Toretto (de Rápidos y furiosos) para asomar con su contundente papel futurista.

La secuela había quedado cerrada con la coronación del convicto Richard B. Riddick (que tiene la particularidad de ver en la oscuridad) y pertenece a la raza súper humana de los furyanos. El había derrotado a Lord Marshal, rey de los temibles necromongers y letal conquistador galáctico. Pero en esta nueva película, el protagonista sufre la traición de Vaako (Karl Urban) quien cree haberlo asesinado y lo deja librado a su merced en un planeta árido, desolado.

Desde ese momento, comenzará la reconstrucción del protagonista, como si el director David Twohy (El escape perfecto) hiciese volver a Riddick a un estado primitivo. No por nada el entorno con tonos ocres recuerda a Marte, y su fauna es una versión prehistórica-apocalíptica de lo que nos enseñaron en el colegio. Vale tener un mínimo repaso de las precuelas, para empatizar mejor con el nervio de este convicto.

El largo, y algo tedioso proceso de adaptación de Riddick en el inhóspito suelo, su forma de sobrevivir y el costado “humano” que adopta cuando cría a una especie de dingo, un perro salvaje, adelantará que este filme será a fuego lento. Habrá que tener paciencia y esperar que los personajes se acomoden y encajen con su rol Así aparecerán los cazarecompensas, liderados por el español Santana (Jordi Mollà) quien se obsesiona en llevar en una caja la cabeza de Riddick. El será bastante caricaturizado, y también golpeado, por la temperamental Dahl (la blonda Katee Sackhoff) quien forma parte del escuadrón liderado por el capitán Johns (Matt Nable). Un grupo de once personas en búsqueda de una sola.

Pero la oscuridad es lo que atrapa; el ámbito preferido del fugitivo, quien parece tener a su favor a los peligrosos habitantes de ese ¿inframundo? como las terroríficas serpientes-escorpión que parecen aliens. Todo está calculado en el universo Riddick, el dominio psicológico que ejerce sobre sus perseguidores es total. Puede aparecer poco en pantalla y, sin embargo, ser omnipresente.

Luego de Stallone, Van Damme, Bruce Willis, Steven Seagal, etc… queda flotando una pregunta sobre Vin, parafraseando un filme de -otro duro- Arnold Schwarzenegger: ¿estamos ante el último gran héroe?