Ricordi?

Crítica de Diego Brodersen - Página 12

Parlami d'amore

El realizador de "Dieci inverni" narra ahora un amor de pareja atravesado por los vaivenes del paso del tiempo y la persistencia de los recuerdos como denso bagaje del presente.

Dos fuerzas motrices impulsan Ricordi?, segundo largometraje del romano Valerio Mieli: un amor de pareja atravesado por los vaivenes del paso del tiempo y la persistencia de los recuerdos como denso bagaje del presente. Mieli ya había tocado temas similares en su ópera prima de 2009, Dieci inverni, en la cual sus jóvenes protagonistas se conocían, distanciaban y reencontraban varias veces en un lapso de diez años. En Ricordi? la dupla central pierde sus nombres propios, como si en esos “Lui” y “Lei” –interpretados por los fotogénicos Luca Marinelli y Linda Caridi– el guionista y realizador quisiera alcanzar cierta universalidad. La apelación a la “fotogenia” no es circunstancial ni caprichosa: la primera escena, con sus ralentis de copos de nieve con fondo de figuras humanas fuera de foco y sus superficies suntuosamente iluminadas, preludian una película marcada por cierto ideal de “belleza” fotográfica.

El concepto de la memoria como sostén de la identidad humana también se anticipa en esos primeros segundos: al frío de la nieve le sigue el calor –unas sandalias de cuero y un grupo de bañistas en una piscina–, la adultez convive con la pubertad y el presente de una fiesta al aire libre es duplicado, como si se tratara de un espejo mental, por otro evento similar, en ese mismo espacio pero en otro tiempo. De allí en más, la relación de Él y Ella a través del tiempo será descrita de manera poco convencional: en lugar de optar por la cronología biológica como pulso narrativo, Mieli cruza temporalidades y puntos de vista constantemente, partiendo de un concepto emotivo, sensorial, más que causal en un sentido estricto. El montaje –deudor, por momentos, de los experimentos formales del último Terrence Malick– recorre los altos y bajos del vínculo entre los amantes: el enamoramiento, la pasión, la convivencia, los primeros conflictos, la separación, los retornos, aunque no necesariamente en ese orden.

La obsesión por evitar una estructura más convencional le juega malas pasadas, perdiéndose a veces en una repetición de temas y signos que terminan ahogándose en la redundancia. No ayuda la construcción del personaje masculino, suerte de alma en constante pena, ahogado por funestos recuerdos del futuro, un romántico en el sentido más literario de la palabra (su visita a una noviecita de la infancia no hace más que reforzar esa idealización algo infantil del protagonista). En otras instancias, Ricordi? logra rozar una cuerda sensible, manifestación artística de esos anhelos inalcanzables que un film como Con ánimo de amar, de Wong Kar-Wai, había logrado retratar de una manera mucho más potente, diáfana y, paradójicamente, misteriosa. Punto para Ricordi?: el romanticismo es esencialmente melancólico y tal vez el gran tema aquí no sea el del amor como destino final sino como eterno tránsito.