Ricky

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

El niño que quería ser libre

Pese a que muchos críticos hayan traicionado a los espectadores revelando el secreto que esconde Ricky (este extraño opus del realizador francés François Ozon) se puede tratar de elaborar un análisis sin anticipar información, como así tampoco direccionar o condicionar la mirada del público cuando de lo que se está hablando en esta película no es ni más ni menos que de la libertad.

La anécdota recae en el trillado conflicto -eso sí, con la sequedad y despojo habituales en este realizador- de la llegada de un bebé, Ricky (Arthur Peyret, de una fotogenia admirable) a la vida de Katie (Alexandra Lamy), una madre soltera que vive con su hija Lisa (Melusine Mayance, excelente) de unos 8 años y queda embarazada tras un fugaz romance con Paco (Sergi López), quien ante las primeras complicaciones con la crianza del niño huye del hogar.

Hasta aquí podría decirse que el director de 8 mujeres coquetea en el terreno del drama intimista, concentrado en la ajetreada vida de una madre soltera, tomando una distancia razonable ante sus personajes y circunstancias. Sin embargo, el relato tomará un rumbo inesperado cuando se descubra que el niño padece una anomalía física que de por sí lo hará diferente y requerirá ciertos cuidados extras por parte de su madre y hermana, entre ellos mantenerlo alejado de las miradas ajenas.

La peculiaridad es que Ozon toma esta singularidad para introducir en la trama al género de fantasía, no como recurso onírico o alucinatorio de uno de los personajes sino como parte constitutiva de la realidad y por consiguiente del verosímil cinematográfico. Para ello se propone respetar a rajatabla los códigos y leyes que operan al respecto.

La virtud del cineasta, que se basó libremente en un relato intitulado Moth de la escritora Rose Tremain (publicado en el libro "The Darkness of Wallis Simpson"), más allá de un gran trabajo en la dirección de actores (hay que dirigir a un bebé con esa solvencia y rigor) es haber logrado un híbrido de géneros equilibrado, permeable a la impronta poética sin metáforas simples; que además se deja atravesar por la dura y ascética mirada del director con absoluta libertad de acción para introducir el humor, el drama o la reflexión sobre la paternidad, el instinto maternal y en definitiva el propósito de traer niños al mundo, con un final coherente y honesto como todo su cine.