Ricky

Crítica de Amadeo Lukas - Revista Veintitrés

François Ozon es un especialista en sorprender y movilizar al espectador con legítimos recursos, apelando fundamentalmente a la creatividad y la originalidad en ideas y tratamientos cinematográficos. Ricky es quizás el ejemplo más acabado de esta impronta del realizador de La piscina, que narra cómo una pareja de módicos recursos y aspiraciones dan sin embargo a luz una criatura fuera de lo común, un bebé mágico. Las características extraordinarias del pequeño acarrearán conflictos e ingratitudes y a la vez sorprendentes derivaciones para ambos y la niña de ella. Metafórica, teológica y siempre sugerente, Ricky vuelve a demostrar que a Ozon la resolución de los misterios no le interesan y esa es quizás la principal atracción que ejerce el film, su incógnita permanente. Algo similar, pero con una tónica más dramática y melancólica, ocurría con Bajo la arena, en el que el enigma de la desaparición de una persona en la playa nunca se resuelve. El film atrapa, propone un emotivo final de reconciliación familiar pero también desconcierta y da la sensación que pudo haber dado para más. El magnífico trío protagónico de Alexandra Lamy, Sergi Lopez y la niña Mélusine Mayance se complementa con un notable y realista –dentro de una historia irreal o acaso onírica- trabajo de efectos especiales.