Ricki & The Flash: Entre la fama y la familia

Crítica de Diego Batlle - La Nación

Meryl Streep cada día canta y actúa mejor

Hace 30 años Jonathan Demme filmó Stop Making Sense, uno de los mejores documentales de todos los tiempos sobre una banda de rock en concierto (en ese caso, Talking Heads). El tiempo pasó (durante esas tres décadas también dirigió varios notables trabajos sobre Neil Young o Robyn Hitchcock), pero el realizador de Casada con la mafia, Totalmente salvaje, El silencio de los inocentes y Filadelfia no ha perdido nada de su sensibilidad para observar y mostrar en detalle a un grupo en vivo.

Claro que en esta oportunidad no se trata de cualquier banda ni de un mero registro documental. Ricki & the Flash (nombre del grupo y de la película que lidera Meryl Streep) es una historia de ficción escrita por Diablo Cody (La joven vida de Juno) sobre redenciones y segundas oportunidades. Y si el drama familiar es bastante convencional y previsible (aunque al mismo tiempo eficaz y por momentos emotivo), allí están las notables secuencias musicales para hacer del film una propuesta disfrutable por partida doble: para los melómanos y para los fans de Meryl.

Ricki es una veterana rocker que, pese a que nunca alcanzó la fama (tiene un solo disco grabado y sigue tocando en un bar de mala muerte), mantiene intacta su pasión por la música, aunque para eso ha debido resignar casi por completo a su vida familiar. Sin embargo, cuando su ex marido (Kevin Kline) la llama para contarle que su hija (Mamie Gummer, también hija de Streep en la vida real) ha intentado suicidarse tras una dolorosa separación viaja inmediatamente a verla. El reencuentro con sus seres queridos (allí están además sus dos hijos) no puede ser más hostil, dominado por duras (y justas) recriminaciones y signado por todo tipo de resentimientos. De a poco, ella intentará recomponer las relaciones y recuperar el tiempo perdido. El resto, claro, se lo podrán imaginar sin demasiada dificultad.

Que Streep puede hacer cualquier cosa (incluido el género musical) es algo que ya se sabía, pero la soltura, el desprejuicio y la ductilidad que esta suerte de Bonnie Raitt regala sobre el escenario interpretando junto con Rick Springfield (que además encarna a su amante), Rick Rosas, Bernie Worrell y Joe Vitale poderosos temas de Tom Petty o Bruce Springsteen, pero también luciéndose en la íntima, extraordinaria versión a capella de "Cold One" (canción escrita especialmente para la película), acompañada por golpecitos en la guitarra mientras su atribulada hija y su ex esposo la "redescubren", la convierten en una artista fuera de serie. Sí, Meryl cada día actúa (y canta) mejor.