Ricardo Becher, recta final

Crítica de Adolfo C. Martinez - La Nación

Ricardo Becher, recobrado en el cine

A fines de la década del 60, un visionario grupo de directores intentó impulsar un movimiento político y estético que muy pronto configuraría una nueva visión de la cinematografía argentina. Entre ellos estaba Ricardo Becher, un estudiante de música y de arquitectura que se vinculó a la pantalla grande a través del documental Análisis de una feria modelo y que luego fue ayudante de Leopoldo Torre Nilsson. Sus films Racconto , Tiro de gracia y El gauchito Gil, la sangre inocente lo colocaron en la vanguardia de aquel movimiento, que le daba un aire nuevo a un adocenado ciclo fílmico nacional y se convirtió en un icono para generaciones posteriores de realizadores.

Ahora, a sus 80 años e internado en un geriátrico, Becher es rescatado por el director Tomás Lipgot en este documental que retrata el presente del cineasta al mismo tiempo que repasa su historia, se detiene en su relación con su amigo el bailarín José Campitelli y capta las opiniones de algunos de sus colaboradores y alumnos. A través de diálogos cotidianos, Becher va surgiendo del olvido con fragmentos de sus películas y de opiniones de importantes críticos de nuestro medio que lo conocieron en su esplendor.

Este documental queda como un merecido homenaje a uno de los realizadores más importantes y menos reconocidos de nuestro medio, que escapa a cualquier visión fúnebre para celebrar la vitalidad y la vigencia de esa personalidad tan rebelde como liberadora.

Una cámara ansiosa por captar tanto el rostro de Becher con sus gruesos anteojos y su encanecida barba como sus paseos por las calles porteñas imprime una fuerte emoción a este film que es, sin duda, y tal como él mismo lo dice, una especie de testamento dedicado a las nuevas generaciones de realizadores que tienen en él a un maestro singular y a un hombre que afrontó con firmeza los más crudos embates de la vida.