Rey Richard: Una familia ganadora

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

Will Smith es no solo el protagonista sino también el productor -junto a su esposa Jada Pinkett Smith- de esta película. De hecho, en el video que se exhibió antes de la proyección en el Festival de Mar del Plata, el actor apareció agredeciendo junto a las jóvenes coprotagonistas Saniyaa Sidney y Demi Singleton. El director -que suele ser la estrella de todo festival- brilló esta vez por su ausencia. Es que, así como está contada, Rey Richard es una historia muy pertinente para estos tiempos: una épica de superación en medio de múltiples carencias, violencia y racismo. Y el matrimonio Smith no se perdió la oportunidad de ponerse al frente.

Durante el largo reinado de las hermanas Williams mucho cuestionaron los métodos sádicos y manipulatorios de su padre Richard (Smith), pero en esta película es poco menos que el héroe del relato, el cerebro detrás del éxito. Sí, se lo ve estricto y exigente, pero es quien siempre toma cada una de las decisiones que finalmente surgirán como acertadas. Aunque los empresarios blancos lo subestimen, aunque los pandilleros negros de Compton casi lo maten a golpes, aunque la Seguridad Social lo visite para constatar que no es un padre abusivo, él siempre terminará saliéndose con la suya.

Cómo una familia afroamericana de clase media-baja terminó dominando uno de los deportes más aristocráticos (y más blancos) del universo es lo que Rey Richard expondrán con lujo de detalles y haciendo gala de un bienvenido clasicisimo. Tenemos a un padre obsesivo hasta lo enfermizo, una madre que no se quedaba atrás (Oracene "Brandi" Williams es interpretada por Aunjanue Ellis) y cinco hijas, dos de las cuales se convertirían en tenistas prodigio desde muy pequeñas: Venus (Saniyaa Sidney) y Serena (Demi Singleton). Como en todo buen relato de deportes (y no solo de deportes) es esencial para que la narración crezca en tensión y emoción el aporte de personajes secundarios y aquí se lucen también Tony Goldwyn y Jon Bernthal como los entrenadores Paul Cohen y Rick Macci, respectivamente.

Si bien entre los créditos finales aparecen materiales de archivo con los grandes momentos de las carreras de las Williams, el film opta por mostrar la infancia y adolescencia de las chicas, justo hasta que Venus -en 1994 y con solo 14 años- enfrenta en su segundo partido como profesional a la por entonces número uno del mundo, la española Arantxa Sánchez-Vicario. Es una sabia decisión del guion de Zach Baylin, por supuesto. ¿Qué sentido tiene reconstruir algo que todo amante del tenis sabe a la perfección? Sin embargo, como se armó el imperio Williams (porque Richard más que un padre fue un arquitecto o un ingeniero) es algo no tan conocido y que el film expone, más allá de algunos lugares comunes del subgénero de ficciones deportivas y omisiones como que el matrimonio se terminaría separando en 2002, con una indudable destreza narrativa old-fashioned, notables actuaciones y nobleza de espíritu.