Rey Milo

Crítica de Jorge Luis Fernández - Revista Veintitrés

El milagro chaqueño

Los documentales de arte tienen la virtud de acercar al público general a ámbitos que no frecuentan y Rey Milo cumple con creces ese propósito. Aunque Milo Lockett no es aún un nombre que le suene al mozo del bar de la esquina, el documental de Federico Bareiro muestra (bastante por mérito del propio Milo) el carisma del pintor chaqueño en las más variadas situaciones (desde haciendo asado y pintando escuelas de provincia junto a chicos con capacidades especiales hasta inaugurando ArteBA 2011), al tiempo que define su particular estilo. Marchands, críticos y galeristas dan su opinión. Milo tiene un pie en el art brut, con ecos de Basquiat, pero también en una tradición local que mantiene lo pueril, los trazos de candidez reflejados en esos grandes ojos y esas bocas anchas, marcadas. El documental tampoco oculta el lado caprichoso y hasta irascible del pintor, manifiesto en el testimonio, dicho en forma hilarante, de un asistente al que le arrojó un tarro de barniz. Todo eso conforma el retrato de Milo Lockett, un personaje que aspira a la fama pero también disfruta de ser amado.