Rey Milo

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Un artista solidario

Milo Lockett en sus múltiples facetas: como artista, persona solidaria, padre de familia, polemista permanente, habitante del Chaco profundo y casi impenetrable.

Milo Lockett en sus múltiples facetas: como artista, persona solidaria, padre de familia, polemista permanente, habitante del Chaco profundo y casi impenetrable. El documental de Federico Bareiro trabaja los múltiples costados del personaje, desde su proceso creativo hasta la privacidad, donde Milo opina con igual énfasis de sus ganas de exponer en Asia y del clan familiar que rodea a su figura. Los testimonios, presentados como cabezas parlantes pero necesarias para la fluidez del relato, son los de galeristas, expositores, artistas y hasta los padres del personaje, momentos en que el film elige una narración cronológica y sin demasiados riesgos formales. El personaje aludido, por lo tanto, se impone como centro neurálgico de la acción, explicitando sus pensamientos, recorriendo municipios chaqueños (El Sauzalito, por ejemplo), rodeado de chicos con síndrome de Down, jugando con ellos, comprendiendo sus carencias. Muy lejos de la pose benéfica de otros artistas plásticos o de cualquier rubro, Milo aparece como un rey que no necesita corona alguna para transmitir honestidad en cada una de sus acciones. Polémico entre sus pares, de alto perfil en sus declaraciones, al artista invocado en el documental se lo imagina feliz a través de los testimonios de sus colaboradores, las sonrisas de los chicos chaqueños o en la Bienal de arte municipal donde se presentó su obra. El documental, elegíaco y sincero, jamás oculta la admiración que se le tiene a un monarca democrático y altruista. Rey Milo, en ese sentido, es una película destinada no sólo a quienes conocen la particular obra de Milo Lockett.