Revancha

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Lo primero que se puede decir, a modo de anticipo, y ya que está atravesado por el mundo del box, es que éste filme se debería descalificar por golpe bajo.

Dicho esto, pasemos a enumerar.

En cuanto a construcción es una realización de formula, la previsibilidad hecha relato, una historia con todos los ingredientes de este cuasi subgénero del cine: boxeador humilde, huérfano él, Billy Hope (Jake Gyllenhall), ¿será casual el apellido esperanza?, actual campeón mundial, casado con Maureen (Rachel McAdams), padres de una hija entrando en la pubertad.

Maureen es su cable a tierra, el equilibrio entre su explosivo mal genio y la tranquilidad, luego de una defensa exitosa, en medio de una cena de beneficencia, y ante la provocación de un posible retador a la corona que él sustenta reacciona irracionalmente, producto del cual termina muerta su esposa. De ahí a la decadencia absoluta. Nada es lo que parece, su imperio se sostenía en las deudas acumuladas, su estado depresivo por la perdida irreparable lo sumerge en un duelo patológico, alcohol incluido, que deriva en perderlo todo. Absolutamente todo.

Caída y, como no podía ser de otra manera, el camino hacia la redención: su objetivo principal es recuperar a su hija. Es aquí que hace su aparición Tick Willis, un ex boxeador que ahora es entrenador, casi un clon de Burgess Meredith, el Mickey de “Rocky” (1976), salvo que no es tan viejo, es negro y corpulento. Él es quien ayudará a Billy en el recorrido a recuperar lo que es suyo.

El director Antoine Fuqua, fluctúa en la búsqueda de algo que no encuentra, casi como lo podría demostrar su heterogénea filmografía, pasar de buenas películas como “Día de entrenamiento” (2001) o “El justiciero” (2014), a bochornos como “Lagrimas al sol” (2003) o ésta misma que nos convoca.

En ningún momento termina por definirse si estamos viendo un drama y ahondar sobre el tema, o desnudando el mundo del box, o simplemente una nueva versión anodina de la mencionada “Rocky”, “El campeón” (1979) o “El estigma del arroyo” (1956), y miles de ejemplos que se pueden encontrar en la historia del cine, pero mejor realizados.

La respuesta a la pregunta de la necesidad de retorno sobre lo mismo se encuentra en las boleterías. El boxeo vende, tanto en pantalla como en la vida cotidiana, de ahí a ser una buena realización o considerarse un deporte… Hay en ambos casos una distancia considerable.

Tanto Jake Gyllenhaal como Forest Whitaker componen de maravilla sus personajes, muy buenas actuaciones, creíbles, incluida la siempre eficaz (hermosa) Rachel MacAdams, pero esto no le alcanza a la producción para salvarla del incendio, ni siquiera la corrección del montaje, o la buena banda musical puesta en función meramente empática.

Falla el guión y eso es insalvable.