Retrato incompleto de la canción infinita

Crítica de Santiago García - Leer Cine

Daniel Melero es un músico conocido por todos los que conocen algo de música. Aunque parezca que creció a la sombra de los artistas que él mismo influyó, para varias generaciones Melero es considerado uno de los grandes. Gran tecladista y compositor, dueño de una personalidad definida e ideas claras, su trabajo brilla desde la década del ochenta cuando sacó el primer y único disco de su banda Los encargados, el primer grupo tecno del país, que comenzó su trayectoria en 1982, cuando el rock en Argentina seguía atado a los viejos estilos y formas.

El documental Retrato incompleto de la canción infinita, escrito y dirigido por Roly Rauwolf, simplemente lo muestra, respetando su mundo y sus ideas. Cuando uno ve la película puede creer que todos sus méritos están en Daniel Melero, pero hay que reconocerle al director que esto se vea así. En dirección contraria al egocentrismo de muchos realizadores que intentan lucirse, Rauwolf logra desaparecer para mostrar al objeto de su documental. El resultado es impecable, Daniel Melero es retratado sin obsecuencia pero desplegando todo su talento y sentido del humor. La frase final de esta nota es de él: “La fama es algo que te dan los demás, el éxito es propio.”