Retrato incompleto de la canción infinita

Crítica de Marcelo Cafferata - Lúdico y memorioso

Por su parte, en Puentes de Cine (www.puentesdecine.com.ar) se presenta el estreno del documental que tiene con protagonista excluyente a una de las figuras que fue parte de ese movimiento de la década de los ’80 que explotó en plena guerra de Malvinas e hizo resurgir con una fuerza contundente a todo el rock nacional.

En “RETRATO INCOMPLETO DE LA CANCION INFINITA” recorreremos no solamente la obra y el material de archivo referido a los trabajos e Daniel Melero sino que nos internaremos en sus pensamientos y su personalidad. Descubrimos a este artista que se autodefine como exitoso, no como famoso “… a los exitosos no nos piden autógrafos”, fijando de esta forma una fuerte toma de posición sobre conceptos relativos a la industria, la fama, el éxito, la producción, el arte y su personal forma de sentirlo.

El documental de Roly Rauwolf recorre la trayectoria y la obra de Melero, quien tiene la particularidad de haber participado de discos y producciones que son un ícono dentro de la música nacional como (“Canción Animal”, sus teclados de “Oktubre” de Los Redonditos de Ricota o “Colores Santos” junto a Cerati) sin haber alcanzado esa masividad que tantos artistas buscan, sino que obtuvo lo que fue el motor de su propia búsqueda: un enorme reconocimiento dentro del medio.

Detrás de Melero están canciones tan entrañables como “Trátame Suavemente” “Quiero estar entre tus cosas” o algunas de su banda “Los Encargados” considerada como el primer grupo de música techno dentro del rock nacional y el documental recorre, guiado por su propio protagonista, toda esta trayectoria que además se ilustra con anécdotas tales como una presentación en el mítico “Feliz Domingo” con Andrés Calamaro oficiando de sonidista, o aquella del BA Rock del ’82 en donde el público arrojaba lo primero que tenía a mano para que se fueran del escenario y apareciera Riff, la banda que estaban esperando.

Así desde su verborragia irrefrenable aparecerán los recuerdos vinculados con lo que muchos dieron en llamar “el cuarto Soda” (aunque seguramente él deteste ese mote), un profundo análisis de los movimientos que fueron surgiendo dentro de la música nacional, su clara posición frente a un concepto de mercado dentro del arte y su participación activa en la búsqueda de un estilo propio sin entregarse a la popularidad que lo hubiese relegado de sí mismo, la conceptualización de su obra y de su búsqueda interior como artista.

Comparte una cierta mirada en común con el otro documental estrenado esta semana, un formato sumamente televisivo de entrevistas más archivo –sin que por eso deje de ser interesante el recorrido de un artista como Melero- y quizás por momentos demasiado centrado en la figura de su protagonista desde su propia narrativa, sin dar lugar a que aparezcan otras voces que puedan construir esta figura del artista sin tanta auto referencia.

Con algo de vanidad y narcisimo, en las dosis exactas, Melero se describe a sí mismo, abre su cabeza, sus pensamientos y sus proyectos, su modo de ver las cosas –en ocasiones sobreabundante y disgresivo-, para internarnos en su propio universo y recorrer un camino artístico trazado con suma coherencia y con una honestidad que no se encuentra frecuentemente en todos los artistas.

Tal como reza el título, un retrato inacabado, incompleto, porque todavía en esa canción infinita que propone, la música de Melero seguirá sonando, seguirá buscando y creando y completando, de una u otra manera, este sonido interno que es el hilo conductor del trabajo de Rauwolf que acompaña amorosamente con su cámara, los laberintos de su personaje.