Retrato de una mujer en llamas

Crítica de Denise Pieniazek - Metacultura

Una historia de amor entre el fuego y el mar

Retrato de una Mujer en Llamas (Portrait de la Jeune Fille en Feu, 2019) es un largometraje extraordinario con resonancias del erotismo, las luchas de poder y el placer pictórico del cine de Peter Greenaway. Su talentosa guionista y directora Céline Sciamma en el pasado Festival de Cannes ganó el premio al Mejor Guión, además de la Queer Palm, y estuvo nominada a la Palme d’Or. Retrato de una Mujer en Llamas también estuvo nominada como Mejor Película Extranjera en los últimos Golden Globes y ha recibido numerosos premios en todo el mundo.

Retrato de una Mujer en Llamas es un relato muy valioso no sólo desde su contenido sino también a nivel formal, ambientado hacia fines del Siglo XVIII. A una joven pintora se le encarga realizar un retrato de otra muchacha de la aristocracia pronta a casarse. La ejecución del retrato es vital para la familia aristocrática en cuestión, sobre todo para la matriarca, la Condesa, interpretada por la reconocida Valeria Golino. En esa misma casona cerca de la playa se esconde un misterio familiar vinculado al suicidio de otra integrante del clan y el misterio de un retrato sin terminar a partir de la figura del doble femenino, tan utilizado en el cine clásico.

A partir de allí la película vincula varias temáticas interesantes: el rol de las mujeres artistas en aquella época, el lesbianismo, el aborto, los cánones sociales y su hipocresía. Hay al menos dos aspectos de las mujeres pintoras de aquella época que bien expresa Retrato de una Mujer en Llamas y se corresponden con la realidad histórica. Por un lado, la secuencia inicial en un atelier, donde varias jóvenes artistas están frente a un modelo vivo, otra mujer; esto es muy acertado ya que en ese entonces las artistas debían preferentemente contar con modelos vivos de mujeres y niños, sobre todo si se trataba de desnudos. Asimismo, en aquel entonces el rol del artista en general estaba relegado principalmente a hombres, era poco frecuente que a las mujeres se les permitiese desarrollarse a nivel artístico. Generalmente las que podían ejercer dicha profesión eran hijas de un padre artista, tal como sucede en este film, en el cual el progenitor de la pintora protagonista, Marianne (Noémie Merlant), ha hecho otros retratos para la misma familia. Por otro lado, la película también reflexiona sobre el arte en sí mismo, preguntándose si un retrato debe sólo expresar la apariencia física o debe transmitir también la personalidad de quien es retratado.

Mediante la utilización metafórica del fuego y el agitado mar, Retrato de una Mujer en Llamas corporiza en la naturaleza la pasión creciente entre la pintora y su modelo, Héloïse (Adèle Haenel). A su vez la oposición entre las personalidades de ambas, en consonancia con una permanente tensión sexual, es expresada no sólo por sus diferentes características físicas sino también mediante el color de sus vestuarios, que se corresponde a su vez con el fuego y el mar. Mientras que Marianne es morocha y viste de rojo (pasión, amor, peligro), Héloïse -al igual que su madre- posee el cabello rubio y viste de azul (serenidad, fidelidad, amistad, realeza). Ambos colores no sólo están vinculados a la posición social de cada una de ellas sino también a sus personalidades, y lo curioso es que por momentos ambas visten de modo intermitente aquel vestido verde del retrato que parecerá ser la conexión sentimental entre ellas.

Asimismo, una segunda metáfora será utilizada para representar el vínculo entre Marianne y Héloïse, el mito griego de Eurídice y Orfeo, el cual es citado mediante una lectura conjunta y a través de una pintura en un salón de arte. En dicha leyenda la muerte trágica de una joven -igual que aquí- está presente y mientras que Orfeo apeló a la música para recuperar a su amada, Marianne establecerá su vínculo con Héloïse a través de la pintura, lo que además incluye el hecho de que hablamos de un amor imposible en ambos casos. Por esa misma razón, como las relaciones entre mujeres -y encima de distinta clase social- no estaban permitidas en el Siglo XVIII, la figura del matrimonio que le espera a Héloïse es retratada como fantasmagórica a través de la iluminación a oscuras que la rodea, junto a su tétrico vestido blanco nupcial. Es fundamental comprender que la narración y el punto de vista del relato coinciden con la perspectiva de la artista Marianne. La película se encuentra estructuralmente dividida en tres partes que abarcan un prólogo, un gran flashback (que es casi la totalidad del film) y un epílogo.

Retrato de una Mujer en Llamas nos presenta entonces un relato realizado por mujeres, desde su autora hasta sus protagonistas (casi no aparecen personajes masculinos a lo largo del metraje), en el que la amistad y el compañerismo entre mujeres constituyen los valores fundamentales. Cada escena a nivel visual es de una belleza digna de contemplación y de cualquier pintura de la época en cuestión, algo que incluso se extiende a la banda sonora en esa secuencia más que notable que le da el título a la obra, en la cual un coro polifónico de mujeres que llena el encuadre resulta de una calidez inigualable.