Retiros (in)voluntarios

Crítica de Juan Pablo Cinelli - Página 12

"Retiros (in)voluntarios", el capitalismo más salvaje

La realizadora pone el foco en la ola de suicidios provocada por el asedio de France Telecom para provocar la renuncia de empleados. Y además de su mirada empática, establece un vínculo con la Argentina de los '90.

“Explicar con precisión todo lo que ese sistema burocrático implicaba y tratar de traducirlo, para que alguien que no trabajaba ahí entienda la gravedad de lo que pasaba en ese lugar, es muy complicado”. Quien habla es Raphaël Louvradoux, tiene 29 años y su padre, Remy Louvradoux, se suicidó en 2011, a la edad de 56 años, prendiéndose fuego en el estacionamiento de la empresa France Telecom, para la cual trabajaba desde hacía muchos años y a la cual hizo responsable de ese acto. Como él, otros 30 empleados de la compañía se quitaron (o intentaron quitarse) la vida entre 2007 y 2011. Todos ellos dejaron cartas de suicidio en las que se especificaba con claridad que la decisión tomada tenía que ver, en todos los casos, con el maltrato recibido dentro del espacio laboral.

El testimonio de Raphaël forma parte de Retiros (in)voluntarios, documental con el que la cineasta argentina Sandra Gugliotta aborda el sonado caso France Telecom. Se trata de la primera empresa que cotiza en bolsa en ser juzgada y condenada debido al hostigamiento moral infligido a sus empleados. La historia comienza con la privatización de la compañía de telecomunicaciones más grande de Francia, que en 2004 fue comprada por la británica Orange. La operación incluyó entre sus objetivos la restructuración de la empresa, en busca de mejorar la productividad. Para lograrlo, los nuevos propietarios consideraron que era necesario despedir a 22.000 empleados de una planta que superaba los 100.000. Y para ello no dudaron en utilizar los recursos más sádicos, en busca de expulsarlos de la estructura de la empresa al menor costo económico posible.

Sin embargo, como sabe cualquier argentino atento, en un plan de ajuste los sacrificios son imposibles de evitar y lo máximo a lo que se puede aspirar es a reorientarlos para reducir el impacto. Precisamente, el éxito de los empresarios que gestionaron la crisis de France Telecom consistió en trasladar el peso de la pérdida del área financiera a la de recursos humanos. Es decir, se decidió darle prioridad a salvaguardar el dinero antes que la vida de los empleados, convertidos en variable de cambio. Y en busca de cumplir con el objetivo de eliminar aquellos 22.000 puestos de trabajo, no dudó en ejecutar un plan que incluía persecución del personal, racionalización extrema de las tareas, cambios continuos de puestos laborales, vigilancia, amenazas y presiones para conseguir que, a falta de poder despedirlos, los empleados se acabaran yendo por decisión propia.

Uno de los consultados dice que en la actualidad el management usa las tácticas y la jerga militar, porque competir en el mercado equivale a ir a la guerra. En ese caso la pérdida de vidas es apenas un daño colateral. La misma persona cree, sin embargo, que France Telecom actuó de forma amateur, porque en distintos documentos internos dejaron asentada por escrito mucha información que confirma las acusaciones en su contra. Por el contrario, el abogado que llevó el caso de una de las víctimas sostiene que el solo uso de la palabra amateur para definir lo hecho por France Telecom, equivale a minimizar la premeditación de un plan sistematizado.

La riqueza del documental de Gugliotta se encuentra en la capacidad empática con que aborda a los protagonistas de esta tragedia, todos ellos verdaderos sobrevivientes. Pero también en la postulación de una hipótesis superadora, que lleva el caso a una escala global e histórica, revelando antecedentes que pavimentaron el camino para que lo ocurrido en Francia en el siglo XXI fuera posible. Para ello, la directora retrocede hasta la década del ’90 en Argentina y a la experiencia de su propio padre, despedido de EnTel cuando la empresa fue descuartizada y vendida a Telefónica y Telecom, dando lugar a un proceso igual de cruel. Como si América latina hubiera sido un gran laboratorio a cielo abierto, donde se probaron las técnicas brutales que luego las empresas aplicaron en sus propias casas matrices.