Resurrección

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

En 1994, el director de cine de origen polaco Krzysztof Kielowski estuvo en nuestro país para dar una serie de charlas, cuando alguien le preguntó sobre que quiso decir respecto de su trilogía “Tres colores” (“Blue, blanc, rouge”) él respondió que….” todo lo que quiso decir esta en los filmes de referencia, si tiene que explicar algo, entonces la película no funciona”….

Este preámbulo viene a cuento pues antes de la función para la prensa “especializada” el director argentino Gonzalo Calzada vino a explicar algunas cuestiones de su producción, entre ellas definir a su filme como dentro del cine gótico, entendido este como un género independiente.

Partamos de la base que, en principio, nos alegra que se tomen riesgos, en segundo lugar, que se incursione en otras estética, y tercero, que en realidad es un subgénero del cine de terror, por lo cual debería funcionar como tal, situación que no se produce.

Pero vayamos a las definiciones, aclarando que lo más valorado de la producción es la fotografía, y las actuaciones de Vando Villamil y Patricio Contreras.

Uno de sus puntos mas flojos es la performance actoral de Martin Slipak, cuyo Aparicio, el personaje principal, carece de cualquier tipo de matiz, posiblemente por la construcción y desarrollo del personaje, incluyendo la dirección de actores, más que por los recursos de actor. Hecho que se fundamenta con el resultado obtenido por los demás actores, especialmente en la niña Lola Ahumada, poseedora de un rostro muy sugestivo aquí desperdiciado.

¿Qué determina a éste subgénero? Principalmente el espacio físico, ambientes cerrados, asfixiantes, tales como castillos en ruina, esto esta, en cambio la atmósfera del lugar donde se debería librar la batalla entre el bien y el mal, por la manera en que se eligió mostrar, brilla por su ausencia.

Si bien la penumbra, lo difuso, lo irreal, aparece, se debe a un muy buen trabajo de fotografía. La dirección de arte teniendo el lugar correcto se desperdicia por lo que podría catalogarse de nimiedades, pero no lo son, por ejemplo un cadáver colgando debe parecer una cadáver colgando y no mostrarse como un muñeco de trapo. En este punto, esta escena se repite varias veces sin agregar información alguna, ergo, es un elemento más para el aburrimiento. Por otro lado, el regodea sobre los cimientos del edificio, paneos constantes hasta el hartazgo, deberían haber tenido en cuenta que los cerámicos mostrados en plano detalla son de finales del siglo XX, mínimo, sabiendo que toda la acción transcurre en 1871.

La historia se centra dentro de lo que fue la cuarta epidemia amarilla en la ciudad de Buenos Aires, que produjo miles de muertes. Es en tales circunstancias que el joven cura Aparicio, decide retornar a Buenos Aires para dar su ayuda por estos acontecimientos, pero deteniéndose en la quinta familiar durante el viaje, descubriendo que el presente de su familia no podía ser más desolador, los que no habían muerto, estaban enfermos. Decide quedarse para socorrerlos, y así comienza su calvario: enfermedad, delirio, traición, lealtad, la muerte, el diablo o el curandero, el pacto.

Una sarta, dicho en tono sarcástico por lo no creíble, de sucesos insospechados lo asedian y lo detienen en el lugar, hechos que lo descubren vacilando por su gestión de servicio religioso, de sus dogmas y de su fe.

La realizació intenta constituirse en una especie de mezcla entre el cine fantástico y el cine de terror, pero no consigue ni una cosa ni la otra, lo que sí logra es banalizar lo que fue en su momento la cultura campesina por el mito de “San la muerte”, “los aparecidos”, “el curandero del pueblo”, etc.

Narrativamente prolija, pero sin un conflicto bien instalado ni desarrollado, con una cadencia sin progresión dramática, elementos que aisladamente producen tedio en el espectador, agregándole situaciones que se repiten hasta el hartazgo, sumándole un diseño de sonido ampuloso, pretencioso y con menos matices que Jean Claude Van Damme, cerrando con un personaje explicándole todo lo que acabamos de ver al personaje principal y a nosotros. Cartón lleno.