Resident Evil 4: La resurrección

Crítica de Pablo Planovsky - El Ojo Dorado

Con la fugacidad de un producto de vidriera

Un personaje es aplastado por hacha, blandida por un gigante de casi tres metros de altura. Los otros, sorprendidos, empiezan el tiroteo contra el coloso. Cuando un monstruo así se acerca sigilosamente, y tiene tiempo para aplastar a un personaje sin que los otros lo vean, eso no habla muy bien de la película. Lo sé: es Resident Evil y no tengo que exigirle demasiada coherencia. Pero este monstruo que parece uno ejecutor de guillotina, hace temblar el suelo cuando camina. Y es el colmo de lo gratuito.
Algún nerd dirá "claro, es porque es un villano del juego". El que escribe es más nerd y eso lo sabe. Eso no quita que (casi) todo en la película sea tirado de los pelos, ridículo y aburrido. Al momento siguiente, quizás el más espectacular, una de las atractivas chicas (porque cuando hay un apocalipsis causado por muertos vivos, las chicas lindas son las que quedan vivas) empieza a dispararle a la abominación. Nada tiene lógica. La acción por lo menos se entiende, aunque a decir verdad, no importa demasiado eso. Hay una unas cuantas goteras en esa secuencia, y en menos de un minuto, estaba pensando cuál era la verdadera funcionalidad de todo eso. Y llegué a la conclusión: exhibirse en un televisor LCD (o LED, o lo que usted quiera) en Alta Definición en un shopping. Nada más.
Hay otros momentos que tratan de ser ampulosos en el aspecto visual, pero son lamentables. Uno es un choque en un helicóptero contra una montaña. La cámara lenta, no sé, se supone que trata de hacer más cool (¿o dramático?) el momento. Sólo demuestra que los efectos visuales estaban mejor en el jueguito que acá.
Uno podría esperar algo de diversión en una película con zombies, pero ni eso. Los zombies existen, básicamente, para ser asesinados. Así lo prueba la gran película de Romero, El amanecer de los muertos. ¿Cuántas formas hay de matar zombies? Piensen la más original y divertida y después vean Zombieland. Ahora, en esta película (con una fotografía donde abunda el gris, para más datos), todo es aburrido. Hasta la manera en que matan a los zombies (ah, cierto que se puede matar a los no-muertos). Les disparan. ¿En la cabeza? No, solo les disparan. Bang, bang, y listo. Así de simple, así de aburrido, así de gris.
Y ahi está Milla Jovovich, la mujer del director, con cara de mala toda la película, incapaz de transmitir alguna emoción. Y es muy flaquita. Así que cuando la vemos triplicada, con una katana y una uzi, lo que menos inspira es respeto.Todo un autor de bodrios este W.S.Anderson (a no confundir con Paul Thomas, que está en las antípodas). Llena la película de referencias a Matrix: recargado y como para justificar el 3D, le lanza al espectador algunos objetos. Salvo algunas excepciones, el 3D sigue probando que es una atracción de feria, y una película seria (con perdón de Up, Avatar y alguna otra) no lo necesita. Sí lo necesita esta agotada serie (a propósito: ¿no es molesto el cliché crítico "una adhesión innecesaria a la franquicia" como dice Rottentomatoes?) cuya vida útil se reduce a un instante. Ese donde alguien pasa por una vidriera, y pensando en comprarlo para ver deportes o alguna película buena, ve un televisor de alta definición y sigue su camino.