Resident Evil 4: La resurrección

Crítica de Emiliano Basile - EscribiendoCine

Es-pec-ta-cu-lar

Si sumamos los adelantos tecnológicos que incorporó el cine de acción desde Matrix (1997) hasta Avatar (2009) el resultado puede verse en Resident Evil 4: La resurrección (Resident Evil: Afterlife, 2010). Filmada íntegramente en 3D, la cuarta entrega de la saga basada en el popular videojuego es un espectáculo visual sin precedentes, con estética publicitaria y un ritmo arrollador.

Alice (Milla Jovovich) pierde sus poderes en su último enfrentamiento con el líder de la Corporación Umbrella. Humana nuevamente, viaja a Arcadia, un paraíso donde los sobrevivientes del virus que convierte al mundo en muerto viviente intentan un nuevo comienzo. Pero al llegar descubre que tal lugar no existe y los pocos sobrevivientes deberán luchar junto a ella para seguir con vida.

La película dirigida por Paul W. S. Anderson (director de la primera Resident Evil y escritor y productor de las secuelas) es espectacular por donde se la mire. El film explota al máximo sus tres dimensiones sumergiendo al espectador en un sorprendente espectáculo visual. El director se vale de todos los recursos para generar esta sensación. Planos con grúas, movimientos de cámara computarizados, ralentis, travellings hacia objetos, profundidad de campo y muchas pero muchas tomas aéreas, provocan la impresión de estar más dentro de un videojuego que de una película.

El director Paul W. S. Anderson comenzó su carrera adaptando otro videojuego al celuloide con Mortal Kombat (1995), realizada justo después del film de bajo presupuesto Shopping (1994) con el cual debutó como realizador. Luego le siguieron en su carrera el film de culto Event Horizont (1997), Soldier (1998)con Kurt Rusell y la primera entrega de Resident Evil en 2002. El taquillero cineasta vuelve a la dirección para explorar el cine en 3D al que considera aún en vanguardia y que será el futuro de Hollywood.

Resident Evil 4: La resurrección cuenta con una Milla Jovovich más sexy que nunca desparramando zombies por doquier, articulando a la perfección su imagen sensual con coreográficas escenas de acción. Algunas escenas quedarán en la memoria del espectador por su construcción publicitaria.

Estamos frente al más puro entretenimiento. No existe aquí el pretencioso mensaje filosófico de Matrix, ni el chato mensaje ecologista de Avatar. La última -hasta ahora- entrega de Resident Evil es un filme de acción y se vale de eso al exponer todo su despliegue técnico. Recomendamos verla únicamente en el cine y con anteojitos para disfrutarla en todas sus dimensiones.