Renoir

Crítica de Vicky Vázquez - Cine & Medios

Dos hombres y una mujer

Si el título de la película es sólo el apellido, y no el nombre del célebre pintor impresionista Auguste Pierre Renoir (interpretado por Michel Bouquet), es porque la trama no habla sólo de él, sino que desarrolla en partes iguales su historia y la de su hijo, el renombrado cineasta Jean Renoir (encarnado por Vincent Rottiers).
La acción transcurre en 1915, en la villa que el pintor, viudo, enfermo de artritis, y ya mayor, tiene en la Costa Azul. A pesar de los terribles dolores, sigue pintando, y allí llega una joven de aire rebelde, Andrée (Christa Théret), para trabajar como modelo de sus obras, aunque su sueño es ser actriz, como las de Hollywood. Ese mismo verano llega también a la villa Jean, uno de los hijos del pintor, convaleciente tras recibir una herida en una pierna durante la guerra que se estaba desarrollando en ese momento, la primera guerra mundial.
La llegada de Andrée ya había revolucionado la casa, movilizado al viejo pintor, y, como es de esperarse, tampoco será indiferente al joven Jean, de entonces 21 años de edad.
La película desarrolla con un ritmo extremadamente lento, casi como las pinceladas van armando la imagen en una pintura, la relación de la joven con ambos Renoir, haciendo un gran hincapié en la fuerte influencia que ejerció, tanto en el final de la obra del pintor, como en la decisión de Jean de volcarse al cine. El problema de la elección rítmica es que funciona muy bien en la pintura, pero se hace demasiado extenso en lenguaje fílmico. La narración resulta en extremo minuciosa, demasiado detallista, al punto de que hay algunas escenas innecesarias que hacen que se pierdan las ideas principales.
Enmarcado en los paisajes que se ven en las pinturas de Renoir, este filme dirigido por Gilles Bourdos utiliza esta historia para plantear casi un tratado sobre la belleza, el arte en más de una de sus manifestaciones, en contraposición con los horrores y la violencia de la guerra, la decadencia y la enfermedad.