Renoir

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

(Anexo de crítica)
Las relaciones familiares siempre son complicadas. El que tiene la dicha de poder vincularse con los suyos de una manera amable y pacífica es un afortunado. Sino pregúntenle a Pierre Auguste Renoir (Michel Bouquet), el célebre pintor impresionista francés, que en su vejez, además de enfrentar un terrible reumatismo deformante, tuvo que una vez más lidiar con problemas en su hogar por una mujer que le revolucionó la vida.
Esa es la trama de “Renoir” (Francia, 2012), de Gilles Bordous, que narra el proceso que atravesó en 1915 el pintor, ya en plena decadencia, desolado por la muerte de su última mujer, y atormentado por la noticia de la baja de la guerra (por una herida) de uno de sus tantos hijos (Jean- interpretado por Vincent Rottiers), en el que todos sus fantasmas se potencian.
Fantasmas que se disiparán con la llegada de Dedee (Christa Theret), una modelo “vivo”, que revolucionará la apacible vida del anciano y su entorno.
Renoir (pintor) vive con su pequeño hijo Coco (Thomas Doret) y depende de un grupo de mujeres que no sólo se dedican a su higiene y alimentación, sino que en algún momento le han brindado otro tipo de servicios. Dedee es la extraña que viene a invadir ese intocable matriarcado y sus espacios (la cocina, el patio en donde se cuelga la ropa recién lavada, el comedor), lleno de rutinas y de celos.
La joven, con su actitud libertina y espíritu desprejuiciado hará que el viejo rejuvenezca. “Llegaste muy tarde” le dice él en una hermosa escena. Y Dedee llora.
Al tiempo llega al hogar Jean, con toda su cabeza llena de dolor, de orgullo, de pasión y de cine. Dedee lo atrae desde el primer momento. Se aman. Se odian. Tal como pasó en la vida de esta pareja. La relación entre la modelo y el pintor se deteriora. Se enojan. Se insultan. Sacan cada uno la peor parte del otro (Dedee no puede entender cómo su padre en el estado en el que se encuentra continua pintando y Jean afirma no tener ambiciones).
Bordous nos muestra la Costa Azul en toda su grandiosidad con planos largos y amplios, y el trabajo de Renoir con detalles de los colores, de las pinceladas, de los trazos, de los cuerpos, y del proceso de creación de la serie de cuadros “las bañistas” y otras obras que con el campo y el río enaltecieron su obra. Por momentos en silencio acompañamos al creador.
En otras oportunidades los gritos y los cantos en conjunto de las sirvientas rompen con el tedio y la pasividad de la vida del anciano.
“Renoir” es un filme que habla de pasiones, de las humanas, las pulsionales, las irrefrenables, y otras que se pueden adquirir, como el amor por el arte, la pintura, la belleza, el color, y el cine.
También habla de los sueños, de alcanzar metas, de perseverar en el camino, de no cumplir mandatos (le dicen las mucamas de Renoir en un momento a Dedee: “vos vas a terminar de mucama”, y ella se enoja y rompe unos platos, porque ella quiere ser actriz, aunque por momentos se confunda y termine en un burdel trabajando de prostituta).
Pero “Renoir” principalmente es una historia que muestra cómo a pesar del sufrimiento y el dolor se puede continuar haciendo lo que a uno le gusta. Jean le dice a su padre en un momento clave del film, al quien ve con sus manos entumecidas y deformadas, pasado de antipirina, pintando “Ya pintaste todo”. Renoir le contesta “Quiero seguir hasta el final”. Y nosotros aplaudimos y nos emocionamos.
Gran película con una lograda actuación y caracterización de Michel Bouquet como Renoir.