Renoir

Crítica de Beatriz Molinari - La Voz del Interior

Lienzos en movimiento

Una joven de cabellos rojizos corre con su bicicleta por el sendero. El color de los cabellos impregna la pantalla. Su ropa es de un naranja-ladrillo intenso, pura luz sobre el verde de los árboles. Es 1915 en la Costa Azul y ella va a pedir trabajo al señor Renoir. La película de Gilles Bourdos, Renoir, entra en el mundo protegido y aun así, dramático, del pintor impresionista (potente Michel Bouquet) que espera la muerte pintando.

La película capta las sesiones de trabajo, la relación con Andrée (la bellísima Christa Theret), la modelo que posa desnuda en distintas escenas pensadas por el artista como constante celebración de la belleza y la vida. Atormentado por los dolores del reumatismo, Pierre-Auguste Renoir reflexiona en su silla de ruedas sobre la otra tragedia, la Gran Guerra, los dos hijos combatientes y la muerte de su esposa.

Renoir ofrece datos biográficos deshilvanados que el espectador recoge y va montando en el fresco coloreado. La llegada de Jean Renoir (Vincent Rottiers), herido en la guerra, incorpora algunos conflictos y obtura recuerdos, nunca contados linealmente. Es Andrée quien mueve corazones y deseos en la casona de luto.

La película presenta las escenas como grandes lienzos en movimiento y hace foco en la teoría del arte que el viejo expresa lacónicamente. "Necesito seres vivos. Me gusta la piel", dice mientras observa el cuerpo joven que 'absorbe la luz'. Es la impresión que construye la película al capturar distintos escenarios naturales, de idilio, con el séquito de mujeres del servicio doméstico, a la larga, la familia fiel del patrón.

La otra línea estética de la película pasa por la relación de Jean con el cine y la promesa de vivir para filmar. Mientras tanto, el viejo mastica el dolor físico y expresa el horror de la Guerra: "Somos nosotros, los viejos y enfermos los que deberíamos ir al frente", dice a su hijo.

Predomina la mirada expositiva, cuidadosa, de las atmósferas que el artista crea en relación estrecha con la naturaleza. Se levanta viento y Renoir exclama: "¡Mierda, qué belleza!" Su visión del arte queda en momentos fugaces: "Los Renoir no pintan un mundo negro. Pinto un mundo amable. Hay suficientes cosas feas en la vida. El dolor pasa, la belleza permanece". Renoir pide cuerpos "suspendidos en el espacio" y la película de Gilles Bourdos, a su manera, lo complace.