Relatos salvajes

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Finalmente se estrena una de las películas más esperadas de la historia del cine argentino, por lo menos moderno. ¿Y por qué es una de las películas más esperadas? En parte sí, por una inmensa campaña publicitaria que comenzó desde antes de su rodaje, hablando de más de un año y medio de incentivo.
Seis historias son las que componen estos "Relatos Salvajes", una muestra de que el hombre no se anda con chiquitas.
Pasajeros de un avión atrapados, una camarera y una cocinera en plan de venganza, un duelo de violencia automovilística, un hombre cansado de ser engañado por el sistema, otro que quiere engañar al sistema, y una novia traicionada en su fiesta de casamiento. Seis historias que podrían ser pequeñas pero que con un promedio de veinte minutos cada una, se transforman en gigantes.
El lector entenderá que no puede adelantarse nada de lo que puede llegarse a ver en "Relatos Salvajes". Szifron juega con los recursos como un niño juega con sus juegos de construcción, se divierte en el proceso, armando y desarmando, creando nuevas formas y estilos; y en ese juego, se nota, hace que todos los que trabajan se diviertan a la par.
Inclasificable, "Relatos Salvajes" es comedia, es drama, acción, suspenso, policial (a su modo), y es denuncia social que funcionará como un mazazo para no dejar a nadie indiferente.
Historias de personas llevadas al borde por diferentes circunstancias, en ellos se despertarán diferentes emociones que inmediatamente se transmiten al espectador con el que no costará confraternizar. Casi como si fuese un análisis de pecados capitales, ahí está el odio, la venganza, la justicia, el amor, el desamor, la pasión, el engaño, el racismo, y siempre la violencia como válvula de escape de los tiempos extremos en que vivimos. Es una película ante todo movilizadora, de risas, de tensión, y de una electricidad constante.
Cada plano, cada secuencia, cada tono elegido para esa envolvente y sublime banda sonora compuesta por Gustavo Santaolalla, nada está librado al azar, preciosismo y detallismo puro. Basta con mirar las formas en que las historias pasan de una a la otra, sin necesidad de un conector pero con una fluidez intacta. Szifron posee un manejo de la cámara y de la fotografía también envidiable, y en donde más queda ilustrado será en el segmento “El más fuerte” ubicado en un único punto subyugante.
Algunos podrán decir que, como todo film episódico, puede resultar desparejo, que algún segmento es más anecdótico, o que algunos cierran mejor que otros. Detalles frente a un todo impactante.
Pocos realizadores tan integrales como Damián Szifon que emprende un regreso con toda la gloria. ¿Relatos Salvajes está a la altura de tantas expectativas creadas? Increíblemente, las supera.