Reina de Katwe

Crítica de Rolando Gallego - El Espectador Avezado

Hete aquí una de esas películas pensadas para los Oscar que pese a eso, gracias al oficio y solvencia de la realizadora Mira Nair, su visionado es agradable e inspirador. La directora de “Salaam Bombay” se mete de lleno con la historia de la joven africana que superó todas sus metas para convertirse en una de las primeras campeonas de ajedrez en “Reina de Katwe” (USA, 2016) y supera el destino que tenía marcado gracias a su tesón y carácter.
Con una primera hora tediosa, plagada de lugares comunes, estereotipos y aquello que se denomina como cinematografía de la pobreza, el destino de “Reina de Katwe”, que retrata la vida de la joven Phiona Mutesi (Madina Nalwanga), quiso que terminara por virar hacia un filme que logra mantener la tensión hasta el último minuto.
Viviendo con su joven madre (Lupita Nyong`o ) y tratando de sobrevivir el día a día de su realidad, Phiona ve como su suerte puede cambiar al ofrecerle un entrenador de ajedrez (David Oyelowo) la posibilidad de aprender la destreza necesaria para dominar una disciplina como el ajedrez.
Pero lo que no sabe este docente, que también ve como su vida en ese lugar sigue sin poder avanzar, y pese a estar plagado de metas y sueños, sabe que su lugar es ahí, para poder formar jóvenes esperanzados y con futuro, es que Phiona posee cualidades natas para poder superar a cualquier adversario que se le ponga adelante.
Si el desafío es aprender, avanzar, progresar, superarse, Nair plasma esa búsqueda y lucha de una manera clásica y sin regodeos. Su cine es un cine que honestamente trabaja, como ya pasaba en su ópera prima y películas siguientes, con mensajes inspiradores que desde la casuística posibiliten una universalización de sus relatos.
“Reina de Katwe” está dividida en dos partes, una relacionada a la presentación del contexto desfavorable de la joven y su familia, de su lucha diaria vendiendo alimentos en el mercado, de dormir sobre la tierra en una casilla hacinada con sus pares, y otra en la que a medida que Phiona avanza en su meteórico ascenso al estrellato del mundo del ajedrez, la esperanza y la viabilidad de la concreción de sueños impera.
De esa primera parte no hay mucho para rescatar, excepto la dedicación con la que Nalwanga va impregnando a Phiona de su temple, de una mirada simple y perdida, que a la vez explica toda la historia que carga tras años y años de ausencias y de faltas.
Pero más allá de eso, Nair enfoca el relato en cómo la superación, con algunos golpes bajos y momentos dramáticos, como la pérdida de lo poco material que poseían o algunas situaciones con su hermana, quien se deslumbra por el brillo con el que un candidato se brinda a ella, o cuando su pequeño hermano tiene un accidente y no hay dinero para tratarlo, y la simbiosis que la joven rápidamente hace con el entorno del mundo de los torneos de ajedrez fueron suficientes para posicionarla de otra manera en el mundo.
“Reina de Katwe” es un film inspirador, que bucea en las emociones del espectador para lograr una rápida empatía con la historia y los personajes. Desde el primer momento, esto es lo más interesante, y, como buen exponente del género, “drama social de clase baja tratando de superarse”, ya sabemos cómo va a terminar todo, y la habilidad radica en desorientar al espectador al dividir la narración en las dos etapas anteriormente mencionadas. Atentos al final. Dos sorpresas terminan por cerrar con un moño la propuesta, por un lado los actores encontrándose cada uno con el “personaje” de la vida real que le tocó interpretar, y por el otro un clip musical en el que el elenco se divierte bailando y cantando le pregón con el que Phiona y su hermano vendían especies en el mercado.