Reimon

Crítica de Alejandra Portela - Leedor.com

Hay muchos modos en los que esta película, última de Rodrigo Moreno, se ocupa de dejar en claro que es justamente eso, una película, en toda su materialidad. Lo deja en claro desde los créditos, con la suma del listado de detalles de producción, también lo deja claro con la corrección del cuadro de la cámara en el principio o el corte con el brazo de un asistente hacia el final.

Reimon es una película poco extensa, 72 minutos que se enmarcan fundamentalmente en pensar que el cine es un trabajo, con su división de tareas y su estructura económica; y en segundo lugar Réimon, con toda su inteligencia y su sensiblidad, piensa “el trabajo”, así, en general, como el motor de nuestras vidas. Convirtiéndose en ensayo sobre los principios teóricos y la praxis del trabajo en la postmodernidad.

Reimon es Ramona, una empleada doméstica que trabaja en casas acomodadas de la ciudad de Buenos Aires, una de las tantas mujeres que viajan, en malas condiciones, en trenes precarios desde el conurbano a la capital. Así y todo, Moreno hace de Ramona una protagonista digna con su mundo propio, de aspecto ambiguo, excesivamente alta, por momentos parece una mujer travesti, con un sombrero vintage, que se sienta a escuchar música clásica en el sillon de la casa en la que trabaja, preferentemente Debussy. El plano cerrado, fragmentado, en ocasiones el fuera de foco ponen el centro en Ramona y la belleza de su trabajo, como los largos minutos en los que se detiene en la hechura de la cama o en acomodar los objetos de un escritorio. También están los travellings que siguen a Ramona en su paseo del perro o yendo al trabajo de madrugada.

Acción y comentario. Practica y teoría. Reimon tambien se mueve en esa otra dimensión: la del texto leído en voz alta de “El capital” de Marx: del total del día de la fuerza de trabajo lo que deberia ocupar un obrero, lo que realmente ocupa, lo que se lo explota, “el obrero necesita tiempo para satisfacer necesidades espirituales o sociales”. “El trabajo de los pobres es la mina de los ricos” dice Marx. Con la presencia de los dueños de casa, Ramona se convierte en Réimon la que sirve de compañera de baile silenciosa, reflexiva y sumisa, o a la que se le regala la ropa que no se usa. Ramona es Réimon pero vuelve a ser Ramona y volverá a viajar en colectivos, volverá a pasear a su perro, a ordenar la ropa en el placard o interrumpir la limpieza para escuchar a Debussy sentada en el sillón de sus patrones, mientras estos no están.

Se estrena el 25 de junio en la Sala Lugones.