Regreso a la mansión Brideshead

Crítica de Fernando Alvarez - Todo lo ve

Amores ocultos y prohibidos

Este film inglés desembarca en la pantalla grande luego de su formato de serie televisiva y no es otra cosa que una historia de amores imposibles en la Inglaterra previa a la Segunda Guerra Mundial.

Basada en la novela de Evelyn Waugh, una de las obras maestras del siglo XX, la realización de Julian Jarrold brinda una inspirada atmósfera aristocrática en la que conviven los mandatos familiares, las luchas de clases, el respeto desmedido por la religión, la bebida y los amores ocultos.

Regreso a la Mansión Brideshead tiene todos los elementos para atrapar al espectador exigente (aunque su extensión le juega por momentos en contra): romances contrariados, adicciones, ambientes fastuosos y hasta fiestas venecianas.

La acción alterna pasado y presente y sigue los días de Charles Ryder (un excelente Matthew Goode, actor de Matchpoint), un joven pintor que va a Oxford a estudiar historia y es invitado por el joven Sebastian (Ben Wishaw) a la mansión del título. Una vez instalado, Charles se sumerge en un juego de seducción y conquista amorosa con Sebastian hasta que entra en acción la hermana de éste, Julia (Hayley Atwell). Charles conformará entonces la tercera pata de un triángulo amoroso complicado y luchará además con la presencia de la Sra Flyte (impecable EmmaThompson), la madre de os hermanos que todo controla y "todo lo puede".

Y ahí explota el conflicto religioso y el de las lucha de clases sociales porque los Flyte son católicos ("Dios ordena, nosotros obedecemos"), mientras que Charles pertenece a otro mundo ("Ya no estás en Sudamérica, acá estás con personas civilizadas"). El relato sobrevuela permanentemente el tema de la culpa y el pecado que se instalan en la casona como para advertir los romances prohibidos que se desatan en su interior y que avecinan el caos. Todo salta por los aires con la fuerza de un corcho de champagne.