Refugiado

Crítica de Hugo Fernando Sánchez - Tiempo Argentino

Un film potente, maduro y tenso

La nueva realización del director Diego Lerman (Tan de repente) cuenta con muy buenas actuaciones de Julieta Díaz y el debutante Sebastián Molinaro. El calvario de una mujer golpeada que reacciona a tiempo y huye con su hijito.

Los ojos de Matías (Sebastián Molinaro) registraron la última golpiza que sufrió su madre Laura (Julieta Díaz) y probablemente muchas otras a manos de parte su padre Fabián, que la acusa de que el bebé que espera no es suyo.
El espectador nunca va a ver a ese hombre violento, pero sentirá su presencia durante todo el relato que lleva a Laura y Matías a escapar de esa terrible realidad y pasar por instituciones oficiales, hoteles de mala muerte, amigas que acercan su ayuda, y las calles de una ciudad oscura, hostil. Pero además, y sobre todo, queda claro que ese chico vio demasiado y aunque logre finalmente escapar y empezar una nueva vida junto a su madre, Matías sufrió demasiado y va a ser ardua su recuperación.
El cuarto film de Diego Lerman (La mirada invisible, 2010; Mientras tanto, 2006; Tan de repente, 2002) recorre cada una de las estaciones del calvario de una mujer golpeada que reacciona a tiempo –a tiempo es después de una última paliza que casi la mata– y huye con su pequeño hijo. Desde el principio parece que la idea rectora del film, en las decisiones de la puesta, al contar una historia que reflejara el estado de las cosas se debía actuar con pudor ante la violencia de género pero sin esquivar ninguna de sus implicancias –la relación de la pareja sigue ahí, a pesar de todo–, y que la perspectiva del chico era decisiva.
Lerman cuenta lo que debe con dos intérpretes extraordinarios, porque tanto Julieta Díaz como el debutante Sebastián Molinaro transmiten el miedo, las dudas y la desesperación de sus personajes. Entonces, el director imprime a su relato un ritmo de thriller, que lo aleja de los lugares comunes y las denuncias desgarradoras para concentrarse en el escape, con la cámara bien encima de los protagonistas, en una patrulla de la policía, en un albergue para las mujeres y sus hijos que sufrieron violencia doméstica, y después en hoteles, en la casa que hasta hace poco era su hogar, siempre amenazados por la presencia omnipotente (auque fuera de campo) de ese hombre, padre, esposo y amenaza.
La tensión de Refugiado es por momentos inaguantable pero no sólo por la fuga, sino que las contradicciones de los protagonistas (el chico que no se resigna a clausurar la figura del padre, su madre que vacila a la hora de abandonarlo para siempre), aunque son comprensibles, suman zozobra a la historia, configurando una film potente, maduro y lleno de aristas interesantes.