Red

Crítica de Diego Faraone - Denme celuloide

Jubilados a las armas

La amplia mayoría de las películas de acción apuntan al tamaño del artificio, a la explosión más grande, el salto más espectacular, la persecución más rebuscada. Y además suelen ser muy malas. Por eso, es realmente llamativo encontrarse con una película de acción que deja esos elementos relegados a un segundo plano y se esfuerza principalmente en construir personajes. ¡Y qué personajes! RED significa Retired Extremely Dangerous, y se trata de un escuadrón improvisado de veteranos ex agentes de la CIA, especialistas imbatibles de tipo James Bond, reunidos a la manera de los protagonistas de La gran estafa, pero en un principio, como Jason Bourne, para escapar de sus superiores, y combatirlos. El elenco es grandioso y se hace notar. Bruce Willis es el “joven” líder; fibra, inteligencia y presencia; el personaje de Morgan Freeman –acreedor de un cáncer en etapa cuatro- es puro encanto y seducción. John Malkovich hace de esos papeles que les van mejor, el de un demente remachado, y Helen Mirren, por su parte, está bellísima y su versatilidad le permite componer el personaje más atractivo y querible del cuadro, una francotiradora ex MI6. Todos juegan con esa dualidad de ser adorables y terribles al mismo tiempo, confiesan su adicción por matar gente y finalmente se arrojan a la más desquiciada y adrenalínica misión: asesinar al vicepresidente de los Estados Unidos. Como apunte irónico, un quinto integrante es Brian Cox, un ruso ex KGB que tiempo atrás pudo haber sido enemigo acérrimo de Willis y compañía, pero que hoy lucha hombro a hombro junto a ellos, como uno más.
Es verdad que a nivel de las escenas de acción no hay nada demasiado brillante. Está muy bien un combate cuerpo a cuerpo de Willis en una habitación cerrada -es de esos en los que todo en la pantalla es tensión y caos sangriento, y se ven involucrados los muebles, las duras paredes y las cristalerías- y en otras ocasiones se utiliza muy inteligentemente el recurso del montaje paralelo para alternar escenas apacibles con el dinamismo más desacatado, provocando un efecto humorístico. Fuera de ello, no puede verse nada muy sobresaliente en este ámbito.
Esta película funciona a las maravillas como el entretenimiento que es. Dinámica, lúdica, y repleta de la clase de actores que da gusto de ver en la pantalla. Se inscribe fácilmente dentro de varias tendencias; es una adaptación del cómic al cine, entra dentro del universo autosatírico hollywoodense en el cual una vieja gloria de los años ochenta se burla de sus propios clichés –Schwarzenegger inauguraba el “subgénero” con El último gran héroe (1993)- muestra a los servicios de inteligencia norteamericanos como burocracia inescrupulosa dispuesta a eliminar a quienes detentan secretos de estado –la trilogía Bourne marca el camino-, y en estructura, no se aleja de los llamados “caper films” –algo así como películas de atracos, pero con toques humorísticos-. En fin, la pólvora está descubierta desde hace rato, pero qué gusto verla funcionar tan bien, marcando el inicio de una nueva franquicia.