Recuérdame

Crítica de Leonardo M. D’Espósito - Crítica Digital

Rebelde con causa de lucro

Diseñada para el lucimiento de la estrella en ascenso Robert Pattinson, el film descuida la puesta de su historia de amor con fondo trágico.

El motivo por el cual el público –cierto sector del público, digamos– irá a ver Recuérdame es el mismo por el que otro público –otro sector de otro público– fue a ver Rebelde sin causa: su actor. En el segundo caso, daba la casualidad de que se trataba de una obra maestra, debida, claro, al genio nihilista de Nicholas Ray, mucho más que al talento de James Dean. Así que disculpemos al pobre Robert Pattinson, que todavía está con vida –aparentemente por mucho tiempo más–y digamos que no es su culpa si Recuérdame, un film diseñado para mostrarlo de todas las maneras posibles, no resulta demasiado interesante.

Tyler (Pattinson) es hijo de una familia adinerada; el padre es un severo Pierce Brosnan y la familia está golpeada por una tragedia. En fin, que Tyler es duro, rebelde, y tiene esas cejas curvadas hacia abajo que provocan que, incluso a los peores tipos humanos, ciertas señoras y señoritas vean como "soñadores". Ally (Emilie de Ravin) es linda, buena y también está golpeada por una tragedia. Obviamente se conocen, obviamente se enamoran, obviamente algún hecho del pasado los separará y ya saben que, de Píramo y Tisbe (o Romeo y Julieta, ustedes elijan el ancestro) para acá, todo es más o menos igual. Nadie culpe al guionista por guiarse con arquetipos. La cuestión aquí es que el film está demasiado preocupado por demostrar que Pattinson es capaz de hacer cualquier género y no sólo de vampiro de gónadas torturadas. El problema es que, en ese afán que suele guiar las películas que se definen como "vehículos" ad maiorem gloriam estrella naciente, el film deja de ser una película cohesiva para volverse un catálogo de ropa cool. Pattinson mira triste, Pattinson se violenta, Pattinson abraza a la chica, Pattinson llora. Usted puede comprar el modelo que más le guste.

La culpa, dijimos, no es del actor sino de la puesta en escena, que descuida el universo que ha creado, incluso si se lo creó para él: después de todo, Amor sin escalas es también un vehículo para George Clooney y funciona en todas sus líneas. Aquí la responsabilidad es del director, demasiado preocupado por quedar bien con sus empleadores y dejar un nuevo producto en la línea de montaje del star-system. Lástima que aquella vieja fábrica de estrellas cerró: Rebelde sin causa nació, claro, con la misma intención pero tuvo alguien que cuidó del mundo, fue coherente y en él inscribió a su estrella. Este mundo de Recuérdame tiene un Pattinson rebelde con causa lucrativa, algo que siempre congrega al olvido.