Ready Player One: Comienza el juego

Crítica de Martín Pérez - DiarioShow

Spielberg y un futuro nostálgico

"Ready player one" está basada en una novela futurista situada en el año 2045, en un mundo de desesperanza y extrema pobreza. La única felicidad que pueden conseguir es a través de un juego de realidad virtual.

Steven Spielberg es uno de los cineastas más importantes de nuestro tiempo. Con plena ciencia ficción o los dramas más realistas, sabe enamorar con su forma de narrar. Desde hace varios filmes, había escapado a la temática más “juvenil” que lo hizo famoso con películas como “Indiana Jones”, “E.T”, “Jurassic Park” o “Tiburón”, y comenzó a identificarse con títulos como “Puente de espías”, o la reciente “The post”, aclamada por la crítica.

Sin embargo, Spielberg sabe cuáles son sus raíces, siendo uno de los grandes realizadores de la “cultura pop”, y por eso era quizás el único director capaz de llevar adelante la adaptación de la novela “Ready player one”, una obra futurista, pero que respira nostalgia. La historia se sitúa en el año 2045, un mundo de desesperanza y extrema pobreza en el que la única felicidad que todos pueden conseguir es a través de “Oasis”, un juego de realidad virtual. Desde los más pequeños hasta los más longevos viven diferentes fantasías, siendo quien quieren ser, en incontables universos.

Pero todo cambia cuando James Halliday (Mark Rylance), el creador del juego, muere y lanza un mensaje a todos los que viven para su “Oasis”: allí hay un tesoro escondido conocido como “Huevo de Pascua”, que le otorgará a quien lo encuentre el completo poder del juego, la empresa y todo su dinero. Para conseguir el premio, hay que estudiar muy bien la historia del diseñador, que estaba obsesionado con la década del 80.

La historia la cuenta Wade (Tye Sheridan), un huérfano apasionado por “Oasis” que es el primero en conseguir la primera llave y, gracias a la ayuda de una inesperada aliada Art3mis (Olivia Cooke) y otros amigos, se encamina para llegar al premio mayor. La magia de Spielberg surge gracias a su capacidad de crear universos de arte digital y efectos de CGI (Imágenes creadas por computadora), y administrar ese revival sin que caiga “pesado” a nuestros ojos. Un filme de aventuras y 100% entretenimiento, que podría obviar la moraleja final, pero que no modifica nada el recorrido de placer nostálgico de más de dos horas.