Ready Player One: Comienza el juego

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Es difícil pegarle a una película de Spielberg. Una enorme cantidad de momentos inolvidables de la historia del cine le pertenecen y, aunque esté viejo y algo oxidado, sabe cómo generar adrenalina. Acá se despacha con un mundo virtual desbordante de referencias pop principalmente ochentosas, mantiene la tensión y crea escenas de acción intensas… pero la historia de fondo – y el escenario donde todo esto transcurre – es esencialmente estúpido. Es como esas utopías sin pies ni cabeza que suelen generar las novelas para Jóvenes Adultos, ésas donde la gente se ve obligada a jugar deportes tan mortíferos como terriblemente arbitrarios en un futuro de pacotilla; o separándolos al nacer por su cualidad mas destacada, o siendo los elegidos de quien sabe qué corno de profecía artificial que la historia invente con toda la pompa, e intente vender de manera desesperada. Si Ready Player One se tratara de quién hace mas puntos jugando al Pac-Man, se darían cuenta de que el futuro que pinta el libreto es espantosamente absurdo. Cierto, Esteban Espilbergo camufla las cosas como los dioses pero, cuando llega el climax y la Realidad Virtual se apaga, ahí te das cuenta de todos los defectos de construcción que tiene la trama.

He aquí un mundo futuro arbitrariamente oprimido – ¿por qué? ¿por quién?; nadie sabe, nadie contesta -. El cómo la civilización humana ha llegado a vivir en villas de emergencias con edificios hechos con montañas de coches es absurdo e inexplicable. No se sabe de qué vive esta gente, sólo que está enganchada todo el tiempo a Internet jugando OASIS, un mundo virtual creado por un genio a lo Steve Jobs interpretado (o sobreactuado, como siempre es su caso) por Mark Rylance. El tipo se murió, y dejó un “huevo de pascua”, un premio secreto oculto en el juego para el cual se precisa dar con el paradero de tres claves. Si lo hacés y encontrás el huevo, te transformás en el dueño de OASIS, de su corporación y de los billones de dólares que dejó Rylance como herencia.

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El chocante drama con esto es que el millonario de marras no deja de ser un cretino. Si ha ganado billones, bien podría apagar Internet y dejar toda su fortuna a la reconstrucción de los desposeídos y la rehabilitación de los adictos a los videogames. El tipo solo quiere pasar el cetro y darle su fortuna a uno de la plebe, pero le importan tres pepinos resolver las miserias del mundo. Si tan absorbente es OASIS y la corporación que lo maneja, tampoco se explica como existe IOI al mando de Ben Mendelsohn, ya que no sé de qué vive si acá nadie trabaja. Sí, es de la competencia pero la gente solo juega OASIS; entonces el tipo compra deudas de la gente pobre (como un usurero) y los obliga a hacer trabajo esclavo… en la Realidad Virtual. En serio, ¿acá nadie cultiva siquiera una zanahoria?. ¿Qué come toda esta gente?.

En un mundo plagado de viciosos el hallar el control de su vicio principal se convierte en una causa épica. Ok, meterse en OASIS es todo un orgasmo visual y popero, dado que los cameos son interminables – Fiebre de Sabado a la Noche, el DeLorean de Volver al Futuro, MechaGodzilla, El Gigante de Hierro, los soldados de Halo, King Kong, el Trans Am de Smokey and the Bandit, Batman, Robocop, criaturas varias de Ray Harryhausen, las mantarrayas marcianas de La Guerra de los Mundos 1953, y un millón de temas ochentosos como para que la película desborde nostalgia por todos sus poros -. He aquí una medida inteligente para aquellos obsesionados con construir un universo cinemático a la Marvel: ¿por qué no, simplemente, contratar miles de licencias de personajes ya establecidos y reconocidos por todo el mundo, tal como lo hacen las películas de LEGO y usarlos a muerte en otro entorno?.

Quizás lo mas inspirado de Ready Player One es cuando el grupo de héroes debe hallar una llave que está escondida en una simulación de El Resplandor, con lo cual se meten en la misma película reconstruyendo sus escenas mas recordadas, pero de manera sui generis (lamentablemente toda la secuencia asusta tanto como el original de Kubrick y termina matando el valor Apto Todo Público de la película). Pero cuando el simulador se apaga, los problemas del relato quedan en evidencia. ¿Un futuro hiper pobre y una corporación maligna que no ha comprado a la policía?. ¿Tipos que prefieren el combate en el mundo virtual antes de ubicar a los pendex que tienen el secreto, sacárselo a golpes y matarlos?. ¿La corporación malvada sólo tiene un sicario que, para colmo, es una máquina de hacer malos chistes?. No, no; Ready Player One es una gozada cuando todo el mundo se calza los cascos, pero cuando vuelve a la realidad no cuaja ni con Poxipol, y te deja con cierta sensación de futilidad, de que estos héroes son mucho mas banales de lo que parecen, y que sólo van a prohibir el vicio un par de días a la semana para que la gente coma, se besuquee y duerma como corresponde durante unas horas en vez de corregir todos los males e injusticias del mundo con la obscena fortuna que acaban de ganar en un jueguito de computadora.