Raúl (La democracia desde adentro)

Crítica de Gastón Dufour - Sin Subtítulos

“Sigan a las ideas, no sigan a los hombres, fue y es siempre mi consejo a los jóvenes. Los hombres pasan o fracasan, las ideas quedan y se transforman en antorchas que mantienen viva la democracia”.
Raúl Alfonsín

Para quienes no tuvieron la posibilidad, dada su edad, de presenciar el recorrido y las situaciones históricas que narra el documental “Raúl: La democracia por dentro”, dirigido por Juan Baldana junto a Christian Rémoli, y producido por Martín Waisman y el propio Rémoli, esta es una excelente posibilidad de acceder a material que traza el contexto en que la figura de Alfonsín va forjando sus ideas hasta el momento en que llega a la presidencia.

Repasemos la historia: saliendo de una atroz dictadura, la UCR gana las elecciones y el momento no podía ser más complejo. Inflación, falta de trabajo, conmoción política, y quienes habían tenido el poder aún al mando de tropas, además de una sociedad que exigía respuestas, y no quería ni aceptaba más ningún tipo de violencia.

La maquinaria de vaciar de contenido ideológico fuerte a las figuras políticas, de someterlas a una validación liviana, es una práctica que se hizo común, y ha sido aceptada por todos en lo que respecta a los próceres de la gesta por la independencia, y ha comenzado a aplicarse en las grandes personalidades políticas del siglo XX. Raúl Alfonsín no escapa a ello, ya que además de “presidente honesto”, fue uno de los dirigentes más importantes y con mayor certeza y conocimiento de la política y las necesidades a la hora de tomar decisiones.

Una de las virtudes de este documental es que no es ideológicamente tendencioso: deja que, con el correr de los testimonios, la narración hable por sí sola de un hombre, un dirigente (de alguna manera también un visionario), pero sobre todo de un político con una perspectiva real de trazado de herramientas constructivas con miras al futuro, inclusive en los casos en que quienes expresan su opinión pueden ser figuras repulsivas o al menos difíciles de aceptar sin, al menos, una sensación incómoda.

La historia, sin embargo, no sabe de incomodidades y se cuenta mejor con la apreciación de los hechos, con un archivo que acompañe sin romantizarlos, aunque si remarcando la emotividad del personaje protagonista y su desempeño y decisiones frente a ellos. Un personaje que tuvo un lugar único en nuestra historia social y política, por ser un momento “bisagra”, dada la situación general y las necesidades (y posibilidades) que el futuro podía llegar a ofrecer.

Según la opinión de uno de sus directores, Christian Rémoli, la reivindicación a Alfonsín, luego de años en que desde los más diversos espacios ideológicos hubiera sido ninguneado, insultado, o ambos, tiene más que ver con “la reivindicación de quienes lo ensalzan más que con el reconocimiento a la figura del fallecido ex presidente”.

Claramente, cada quien puede tener su opinión, pero además del desprendimiento de lo narrado por la película, pueden verse en su duración (152 minutos) blanco sobre negro, en los testimonios y grabaciones de alto contenido histórico, un acto realizado por Alfonsín en La Plata en 1972, y las declaraciones de José Ignacio Rucci “definiendo” ideológicamente al que algunos años después sería Presidente.

La revisión histórica es importante, y conocer hechos y situaciones del pasado más o menos reciente pueden contribuir a ver todo el mapa del tejido que ha llevado a nuestro país, a nuestra sociedad, a través de las últimas décadas, a ser lo que es hoy, para bien o para mal.