Rascacielos

Crítica de Pachi Laurino - Visión del cine

Dwayne Johnson es un ex agente del FBI que deberá rescatar a su familia atrapada en un edificio en llamas.
La película no se llama ni Duro de Matar, ni Infierno en la torre, ni Volcano ni tampoco es Comando. Lo que sí es cierto es que comparte con ellas por lo menos algún punto, llevándolas al extremo en más de una escena.

“La Roca” es hoy el actor mejor pago de Hollywood y, es vox populi, que cuida mucho su imagen en todas sus películas, siendo el bueno, el familiero, el que tiene honor, no usa drogas y rescata animalitos en peligro.

En los últimos años lo viste en diferentes películas luchando con narcotraficantes, contra Vin Diesel “mano a mano”, contra el mismísimo mar y más recientemente “a puño limpio” contra cocodrilos y gorilas de más 10 metros. Para emparejar las cosas en Rascacielos: Rescate en las alturas decidieron que en el comienzo de la película pierda una pierna, pero esto no será un impedimento para todo lo que tendrá que hacer (saltar de edificio a edificio, luchar contra tres hombres a la vez o salvar a su familia de un rascacielos con más de 200 pisos en llamas).

Como nos tienen acostumbrados este tipo de películas podemos decir que los malos son muy malos y los buenos son buenos. Se los ve, se les nota y no existe tal cosa como la “redención”. China y Estados Unidos (representados por el multimillonario que construye el rascacielos La Perla y “La Roca” el héroe que todo lo puede y tratará de salvar a su familia) serán nuestros buenos, pero siempre hay algún sociópata, preferentemente de un país de Europa del Este, que tratará de que las cosas no salgan bien y que nadie sobreviva.

Con esto dicho, pareciera que les estoy pidiendo que no se acerquen al cine a ver Rascacielos: Rescate en las alturas. Pero no es así, por el contrario, acérquense porque aburrir no aburre, las escenas de vértigo funcionan tanto como las escenas de acción cuerpo a cuerpo. También, deberé admitir que “la Roca” tiene su carisma, tiene su energía en la pantalla y pocas son las cosas que uno pueda llamar malas o desastrosas de su parte. O quizás yo no pueda llamarlas así.