Rascacielos

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Sostenida por una pierna ortopédica.

Es muy poco probable que todo aquel que se jacte de conocer algo de cine de acción no haya visto las hazañas de Bruce Willis en un clásico instantáneo como Duro de matar y más atrás en el tiempo si la cosa va por el cine catástrofe antes de Trump (una catástrofe en sí misma) el nombre indicado será Infierno en la torre, y todas sus relecturas y versiones posteriores donde el lugar es por lo general un edificio en peligro -sin olvidar claro medios de transporte, aeropuertos, submarinos, barcos, bondis- con gente en peligro y un héroe circunstancial a su rescate, sin quitarle protagonismo -claro está- al fenómeno de la catástrofe en sí mismo traducido en llamas kilométricas, explosiones, andamios que se desploman, ascensores que descienden en picada y cuanto elemento pase por la cabeza de un guionista con algo de sentido más que de inteligencia o cine encima.

Efectivamente, por ese camino llegamos a lo que hoy se reconfigura como cine de acción, es decir, algo de los ’80, mucho inverosímil, gigantismo y una figurita perfecta para vender pochoclo hasta en China. El caso de Dwayne Johnson ‘La Roca’ es el más rentable dentro del espectro de la acción anabolizante por el momento y con mucho ensayo y error en otras aventuras dirigidas a distintos nichos de público para sacarle un poco de carisma o lustre a ese físico imponente y a esa mirada matadora que pondría colorado al mismísimo Derek Zoolander, creado por Ben Stiller.

Así las cosas, la película dirigida por Rawson Marshall Thurber nos sitúa en Hong Kong, allí un edificio moderno, lujoso, ultra protegido y puesto a prueba para casos de emergencia necesita un supervisor de seguridad. Y en este caso no podría ser otro que Dwayne Johnson en modo padre de familia, con complejo de culpa por pasado traumático en el que casi no cuenta el cuento y cuyas secuelas le regalaron entre otras cosas una impresionante prótesis ortopédica en uno de sus miembros inferiores y una enfermera militar (Neve Campbell) para realizarse como familia con dos hemosas mozalbetas.

La vuelta de tuerca no tardará en aparecer cuando el primer traidor detona el cataclismo, algo netamente predecible al minuto y medio de película, y entonces oualá: “la acción comienza porque la familia está en problemas y pese a la minusvalía del gran héroe americano nada será lo suficientemente importante para que deje de correr, saltar, trepar, reventar a trompadas a cuanto ojo rasgado se le cruce y someterse a terribles pruebas de destreza que únicamente una mente fría y sin drogas, con un corazón de piedra pueden superar”.

Como dice el dibujito del chanchito Porky para los nostálgicos o vintage que están de moda: “¡Eso es to-to-todo amigos!”