Rascacielos

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

¿Es buena esta película? En realidad estamos en otra dimensión, en la que el ser se transforma en estar. De Rascacielos se puede decir que "esta buena", o que "es un camión". Sepan disculpar, pero esta producción diseñada para vender mucho especialmente en China -transcurre en Hong Kong, en un improbable edificio más alto que ningún otro- pide a los golpes que el espectador entre en un juego de reacciones físicas de asombro y de estupefacción, mientras encara un viaje al pasado del cine de acción de los ochenta.

Rascacielos nos transporta a los 80 en primer lugar por su estructura: el héroe que vivirá la situación X en el relato principal, vivirá la situación X como trauma en el prólogo.

En segundo lugar, por la veloz tipificación: cada uno con cara de malo será... ¡malo! y Nebe Campbell, madre coraje, es presentada con un alevoso plano de escote.

Y hay más, pero nos acosan incendios, peleas, tiros, saltos inconmensurables, vidrios rotos, ascensores incandescentes y mucho más en un Festival de otros códigos de verosimilitud, con bastante inteligibilidad y ninguna preocupación por cualquier pausa.

El director y guionista Rawson Marshall Thurber -hasta ahora de comedias- no tiene pruritos a la hora de hacer una Duro de matar anabolizada, y para su especie de triunfo a los cascotazos lo ayuda uno de los actores más carismáticos de la galaxia: Dwayne Johnson.