Rascacielos

Crítica de Héctor Hochman - El rincón del cinéfilo

Cualquier espectador por más distraído que entre al cine, con sólo visualizar el afiche del filme, sabe qué va a ver y a qué atenerse. Es por eso que la idea primaria es ver la realización sin demasiadas pretensiones, desde el orden de la correcta construcción tanto de los personajes como narrativamente, para luego pasar los efectos especiales y el montaje pertinente al género al que anexa. Para, por último, entregarse, siempre y cuando estas premisas se cumplan, al simple placer del entretenimiento tan liso y llano como ingenuo.

La idea promocional de la película se sustenta en una equiparación a dos exitosos filmes del siglo pasado, “Duro de Matar” (1988) “Infierno en la torre” (1974). Los cambios entre las nombradas y el actual, pueden ser sutiles en cuanto a presentación y desarrollo de los personajes, mientras John McClane no perdía oportunidad de generar empatia a través de su heroicidad utilizando el humor, Will Sawyer (Dwayne Johnson) no sólo no hace una sola broma sino que es meloso en los momentos menos oportunos.

Por otro lado encontramos el cambio que se produjo en las mujeres, de la intencionalidad de independencia ejercida por Holly McClane (Bonnie Bedelia), todavía como la dama en peligro que necesita ser rescatada, a Sarah Sawyer (Neve Campbell) que no sólo puede hacerlo por su cuenta sino que hasta tiene el “don”, o la habilidad, de ayudar a su ser amado cuando éste lo requiere, y sin demandarlo.

Así es que, desde ya digamos, que es de tonto todo, plagado de diálogos del mismo orden, mientras desde un relato en si mismo todo es previsible al extremo. Sin embargo no termina por aburrir, será el carisma de su protagonista, será que cada vez que aparece Neve Campbell sube un escalón el producto (haciendo un paréntesis, la actriz de la saga Scream, parece un vino añejado en roble, en todo sentido se puso mejor con los años).

Uno de los tantos problemas de la producciñon es que se toma todo en serio, entonces, por ejemplo, incluye una traición, tipo “Mision imposible” (1996) de Brian De Palma, que se resuelve en menos de tres minutos, aunque en realidad, a como se la presenta, ya se la intuye. O la confusión del bueno considerado como el verdadero peligro, se podría poner varias veces la abreviatura etc. para expresar el catalogo de lugares comunes que posee el guión, pero como en medio de tanta catarsis hay alguna que otra laguna, no vale la pena.

Uno sabe que va a suceder de un momento a otro sin embargo marcha, hasta funcionan, a medias, claro. Los elementos expuestos que no hacen al desarrollo especifico del filme, digamos la pierna ortopédica del héroe, una habitación que se asemeja a un laberinto de espejos, el asma de un personaje o la profesión de medico de la “semidiosa” esposa, un destino van a cumplir, y lo consuman. Hasta los malos, y mala (también presente), están así constituidos desde las miradas hasta la posturas corporales y el diseño de vestuario incluido, sólo les faltaría el sombrero negro para ser un western de los ‘50.

Will Sawyer, el protagonista, es un veterano de los marines de los EEUU, antiguo miembro de las fuerzas de rescate de rehenes del FBI, que en la actualidad es dueño de una compañía asesora de seguridad. Es llamado como encargado de verificar los sistemas de seguridad de uno de los edificios más valiosamente tecnificado del mundo, uno de los más altos, uno de los mas costosos, y uno de los tantos en que la mafia “mundial” ha lavado dinero. (Si me olvido de algún detalle pido disculpas, pero, a quien le importa)

Para ello deberá viajar a China, lo hace con su mujer y sus dos hijos, pero no cuenta con que el edificio de repente ha comenzado a arder, justo debajo del piso en que se haya alojado su familia.

Lo dicho, si va con espíritu de entretenimiento el producto cumple, si empieza a analizarla se desarma como un castillo de naipes, bueno, un edificio.