Rápidos y furiosos X

Crítica de Martín Goniondzki - Cinéfilo Serial

Nadie hubiese imaginado allá por 2001, que una película basada libremente en un artículo de la revista Vibe iba a llegar a tener un éxito rotundo como para convertirse en una saga millonaria con 10 entregas, un spin-off y varios proyectos en desarrollo para su continuación. Obviamente estamos hablando de «Rápido y Furioso» que hace una semana estrenó «Rápidos y Furiosos X» («Fast X» en su título original).

Dominic Toretto y sus allegados/familia vuelven para enfrentar una amenaza imposible de esas a las que tanto nos tiene acostumbrados la saga. Esta vez, el adversario está vinculado con el pasado de los personajes, más precisamente con la quinta parte («Fast Five») con el hijo de Reyes, Dante, (Jason Momoa) en busca de venganza.

Más alla de todas las licencias y arbitrariedades que presenta la saga tuerca más famosa del cine, cabe destacar que esta conexión con la película de 2011, a pesar de ser algo caprichosa, tiene cierta lógica ya que dicha película fue el punto de quiebre de la saga, cuando básicamente pasó a ser un film (o una saga) de carreras callejeras a películas de acción del estilo de James Bond con intrigas internacionales, agencias de inteligencia de todas las latitudes y otras tantas cuestiones que llevaron el relato a reconvertirse en otra cosa. Incluso algunas de las películas tienen toques de heist movies con los distintos personajes planeando el robo de algún artefacto de suma importancia para preservar la normalidad a lo largo y ancho del globo.

Es probable, que la necesidad de darle una vuelta al asunto fue para que justamente estos films comiencen a parecerse a otros que abundaban en la pantalla grande de aquel momento, siendo esto una decisión fundamental para que la saga termine siendo el monstruo que es hoy en día. Todo eso ocasionó que Toretto y su familia comiencen a tener características sobrehumanas al desafiar las leyes de la física y verse involucrados en secuencias de acción imposible que parecían más superhéroes que corredores de carreras.

Varios de estos elementos son festejados por el fandom y funcionó hasta tal punto que en este largometraje incluso los personajes mismos son conscientes y remarcan la imposibilidad de algunas secuencias (la charla entre Aimes personificado por Alan Ritchson y Tess la agente que interpreta Brie Larson). Después de ver que algunos personajes viajan al espacio en la novena película quedó más que establecido que relato a relato el verosímil se va estirando y torciendo cada vez más, haciendo que sea esperable ese espectáculo pirotécnico, cada vez más pomposo y exacerbado. No obstante, la trama cuasi telenovelesca de la película anterior con la presencia de un hermano que nunca fue mencionado a lo largo de los 20 años de la franquicia (junto a las malas críticas) probablemente hicieron que un cambio en la dirección sea motivado y hasta esperable.

El francés Louis Leterrier, responsable de las primeras dos películas de «El Trasportador» parece ser la opción más acertada parta continuar la línea de Justin Lin, ya que es un director que está bastante familiarizado con el género y la elaboración de creativas secuencias de acción.

Las secuencias de «Rápidos y Furiosos X» son trepidantes y logran estar a la altura de las mejores de la saga. Obviamente, este largometraje sigue teniendo deux ex machinas por todos lados, resurrecciones imposibles y otras cosas bastante cuestionables desde lo narrativo, pero conformando parte de la marca registrada de la franquicia.

Lo que sí logra esta película a diferencia de sus predecesoras es la sensación de que la amenaza en esta oportunidad es mayor y que los personajes principales están verdaderamente en peligro. Esto es gracias al villano de turno compuesto por Momoa que se destaca por su histrionismo y por su tono entre amenazante y jocoso, cosa que lo vuelve más aterrador. La escena en la que su personaje está hablando con dos cadáveres mientras les pinta las uñas es de una oscuridad tremenda para la saga y nos remite un poco al Joker de Batman. Por otro lado, en diversos momentos parece estar en sintonía con el Jack Sparrow de Johnny Depp en su forma de desenvolverse y gesticular. A Momoa se lo nota cómodo con el rol y es un acierto dentro de un elenco donde varios de sus intérpretes no se destacan por sus roles actorales (a Diesel se lo muestra acartonado, al igual que a Gibson y Ludacris, y reamente se nota una diferencia cuando aparecen en pantalla actores destacados como Statham, Charlize Theron o Hellen Mirren a pesar de sus breves intervenciones).

En síntesis, «Rápidos y Furiosos X» es probablemente más de lo mismo de lo que se viene viendo a lo largo de toda la saga llevando la espectacularidad incluso a un nivel más alto. Es difícil pedirle algo nuevo a una saga que está en su décima aventura, no obstante, es igualmente destacable que este gigante no esté basado ni en comics, ni en novelas ni en personajes preexistentes. Sí podemos cuestionarle que se siente como una historia inconclusa por la decisión de dividir el final en dos (o quizás tres) partes, al igual que la gran cantidad de personajes que tiene (más los que se van agregando) lo que hace que sea difícil mantener la frescura y la tensión a lo largo de todo el relato.