Rápidos y furiosos X

Crítica de Maia Ciávatta - La Prensa

­A franquicias como `Rápidos y furiosos' es necesario enmarcarlas dentro de un fenómeno comercial y es preferible no profundizar demasiado. No muchas pueden darse el lujo de estrenar una décima parte y seguir manteniendo un público fiel -¿de culto?- a través de los años.­

Pero claro, habiéndose estrenado la primera en 2001, ya en 2023 decir que la saga protagonizada por Vin Diesel está desgastada es ser demasiado amable. Es que el nivel de las hazañas del alter ego de Diesel, Dominic Toretto, y sus amigos rompe cualquier canon realista y si bien ya venía pasando en las ediciones anteriores, en `Rápidos y furiosos X' eso parece estar exacerbado a la enésima potencia.­

La saga que comenzó con el agente especial Brian O'Conner (el recordado Paul Walker) queriendo infiltrarse en la banda de chicos malos comandada por Toretto mutó con el correr de los años hasta convertirse en una trama más emparentada con los superhéroes que con las picadas clandestinas. En este sentido, la quinta entrega de la franquicia, `Rápidos y furiosos: Sin control' (2011) es la que marca el quiebre en la historia suplantando toda la mística de las carreras callejeras por una temática de corte más policial, en la que Dom une fuerzas con el agente Hobbs (Dwayne `La Roca' Johnson) para derrotar al mafioso brasileño Hernán Reyes.­

­UN VILLANO PECULIAR­

Ahora, el hijo de Reyes, Dante (Jason Momoa), quiere vengar a su padre y se pasó los últimos doce años ideando un plan para hacerlo. Pero Dante no quiere sólo matar a Toretto sino hacerlo sufrir, lo que significa atentar contra sus seres queridos.­

Esa es la excusa para que casi todas las estrellas de la saga reaparezcan, en participaciones que seguramente serán celebradas por los fanáticos. Momoa, por su parte, es un malo sarcástico, histriónico, con reminiscencias al Guasón -sin llegar a ser Joaquin Phoenix, claramente-, registro que le queda bien y rompe con el patrón de macho, violento, musculoso y enojado que abunda en la cinta. Le da más vuelo, si se quiere.­

Y si Dom tiene un punto débil ese es Brian -guiño al difunto Walker-, el hijo que comparte con Letti (Michelle Rodriguez). La figura del hijo y todo lo que implica para el inmutable protagonista ayuda a darle un necesario peso a la trama. Es como un cable a tierra que tiene sentido, en medio de la avalancha de persecuciones, peleas y participaciones especiales (Jason Statham, Helen Mirren, Scott Eastwood, John Cena, Charlize Theron, Gal Gadot y las más recientes incorporaciones de la franquicia, Brie Larson y Alan Ritchson) en un filme que también -como para sumar más grandilocuencia- cuenta con múltiples locaciones alrededor del mundo.­

Para los nostálgicos, no obstante, la química de `la familia' sigue ahí, con Roman (Tyrese Gibson) y Tej (Ludacris) a la cabeza. Sin ánimos de spoilers, las cosas se complican bastante para Toretto y los suyos, al menos en esta primer parte del final, dirigida por Louis Leterrier y escrita por Justin Lin. Habrá que esperar para ver qué tipo de vehículo estrafalario les salva el pellejo en la siguiente. (Consejo: quedarse hasta después de los créditos).­