Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Ojos en blanco. Es raro que uno ponga los ojos en blanco cuando está frente a un disparate, pero a mí me ocurrió seguido con Rapidos y Furiosos: Hobbs & Shaw, el nuevo ripoff de la saga de Rápido y Furioso que pretende convertirse en una franquicia independiente. El potencial está, los actores son ideales, el director es genial… pero los libretistas… mamma mía. Estos tipos pretenden que, en todo este caos y delirio, alguien se interese por el costado dramático de los personajes y los parlamentos que tratan al respecto terminan convirtiéndose en una abominación. ¿Cómo alguien puede ponerse serio o existencial en un filme donde la física y la lógica no existen o salen volando por la ventana?.

Cada vez que una de las dos bestias que protagonizan el filme (The Rock, Jason Statham) se ponen a hablar de la familia, de los valores familiares, de las deudas que tienen con sus parientes, de sus preocupaciones… a mí me agarra un ataque de epilepsia. Este filme no es para eso. Si querés hacer personajes tridimensionales, mas vale que tengas un rapto de brillantez y los perfiles con dos o tres trazos a lo Peter Jackson o Christopher Nolan; un par de diálogos que pinten de cuerpo entero al personaje y adelante!, sigue con el negocio que pretendes concretar. Pero acá te la impresión de que es relleno – para no seguir quemando dólares en efectos especiales -, amén de que lastra el ritmo impresionante que David Leitch (John Wick, Deadpool 2, Atómica) le impone. El tipo sigue haciendo maravillas con la cámara: peleas de coreografía imposible, persecuciones a pura adrenalina y originalidad a mas no poder. Pero el libreto es otro cantar. El humor – emanado de los chispazos entre los dos protagonistas de personalidades muy diferentes – se siente forzado; y los momentos serios son como una inyección de Valium.

Lo cual es una macana porque las cualidades para una super franquicia están. La revelación es Vanessa Kirby (Misión Imposible: Fallout), la que se para entre estos dos patovicas con la misma estatura de carisma y personalidad badass. La Kirby está para cosas superiores – no es de extrañar que en un futuro haga una carrera a lo Emily Blunt o Gemma Arterton – pero acá se luce mas que bien. Puede ir en solitario con su propia franquicia de acción. Pero el resto, dejando de lado las virtudes de Leitch (y los fallidos actos dramáticos del guión) se sienten como una versión refritada de tercera categoría de Misión Imposible, con menos suspenso, mas disparate y excesiva pirotecnia verbal.

Es posible que, con lo que recaudó, tengamos otra de Hobbs & Shaw en el futuro y allí la formula encuentre la pulida que precisa. Nada de seriedad ni de dar tantas vueltas sobre un mismo tema. Mas argumento y vueltas de tuerca. Dejar a Leitch con las manos libres para podar el libreto. El tema de la organización mundial malvada a lo Spectre está pasado de moda, pero puede zafar como villano si la manera de exponerla es válida. Acá el tema de un Idris Elba híbrido con implantes biónicos es de ciencia ficción y la idea de que los malos quieren exterminar medio planeta para engendrar una nueva raza humana mejorada genéticamente es un bolazo de aquellos (¿quién puede poner toda la tarasca para bancar semejante organización?; al menos Spectre sobornaba y chantajeaba a medio mundo para financiarse), pero la gracia es ver a estos superhumanos pegándoles flor de paliza a la Roca y Statham, tipos duros si los hay. Como sea, sobran cosas y a otras le falta una horneada y el gustito te queda en la boca de que volverías a probar el mismo plato si al menos el chef pone un poco mas de empeño y aprende a condimentar mejor las cosas.